Alicante
Tiempo de cerezas
La reina de la montaña de Alicante abona su prestigio cuando el verano llama a la puerta. Pura tentación
La cereza es una fruta con alma. Rojo sublime a una sola carta. La reina de la montaña de Alicante abona su prestigio cuando el verano llama a la puerta. Pura tentación. En junio la reina de la montaña se corona. Nuestra protagonista sobrelleva su popularidad con dificultad cuantitativa. Edición limitada. No hay cereza para tanta gente.
Aunque no provoca pasiones colectivas ni sacudidas sociales, no está dispuesta a permanecer al margen de la hostelería, de la influencia en el recetario. La cereza presta su alquimia a la cocina, es una palpitación frutal en carne viva, acreditada su calidad, pasado y presente se funden en una delicada orquestación de platos y recetas en donde la cereza es protagonista: tortilla de cerezas, manzanas rellenas de cangrejo y cerezas, foie de pato con mermelada de cerezas brochetas de gambas con cereza, alcachofas rellenas de cerezas, crocanti de cerezas, conejo en salsa de cerezas, sorbete helado de cereza, tarta de queso con cerezas...
Recibe un trato personalizado en Restaurante Sabors (Beniali. Alicante) y Tentació Tenda de Melmelades La Pallissa (Alpatro. Alicante).
No es un secreto que lucha contra el monopolio del Jerte en desigualdad de condiciones. La cereza de la montaña se enfrenta a un desafío mayúsculo, enfrentarse al todopoderoso Jerte, duelo efímero. Valentía encomiable. Desenlace favorable en condiciones desfavorables. Confianza ciega en los designios de esta fruta legitimada por su propio origen.
El sabor dulce y la carnosidad son la primacía de las emociones gustativas de esta fruta. Una referencia emocional con solo cuatro meses de vida comercial.
Fruta pujante y emblemática. Demuele el monopolio comercial del Jerte y alcanza el poder del gusto de manera clara, arropada por la demanda plural de los restaurantes valencianos. Estos facilitan el camino por considerar que se trata de algo único.
El gusto parece imponerse a otras alternativas, más duras y con mayor acidez. Sin otra alternativa aparente, con criterios dispares, todos coinciden: la cereza de la montaña de Alicante consigue una feudalización del gusto. Victoria local sobre la flota extremeña en los mercados y mesas. Singular combate sostenido en el tiempo entre una plaza artillada de sabor y una escuadra comercial cuantitativamente superior y cualitativamente cercana.
Roja pasión
La brecha del sabor generacional nos anticipa la fuerza de transformación que esta viviendo la cereza. La carnosidad dulce es precondición del éxito de esta fruta. Roja pasión del verano. Aura roja para recordar. Fruta de cuento.
No hay tongo ni nepotismo, nuestra cereza no tiene rival. Se postula como la candidata al gran premio de la fidelidad. Se luce en la corta distancia. Sin aditivos comerciales, ni colorantes relacionales, sin vagos circunloquios. Su presencia es un fenómeno que despierta pasiones en fruterías y restaurantes como guardianes de las esencias. La cereza de montaña por bandera.
Sin contar el preámbulo de las ferias locales, su presencia en restaurantes y mercados anuncia una sesión completa. Es el faro de la temporada, la fruta que mejor resiste los embates de la crisis del gusto. La cereza es mucha cereza.
No acapara todos los focos, ni toda la atención, ni todo el cariño sino que en gran medida comparte todo el protagonismo con sus otras compañeras de viaje estival... Jerte, Huesca, Jaén, Murcia, Burgos. Seis cerezas y una sola candidata, la nuestra. El reto para nuestra cereza es ganar masa crítica para atraer a más gourmets allende de nuestras fronteras.
Fruta de compañía, ejemplo irrebatible de clara predilección congénita, como producto autóctono, para ganarse las simpatías populares de los comensales. Sabor persuasivo, dulzura alevosa, gusto predilecto, son las razones de tal preferencia para encumbrar a la reina de la montaña frente a otras cerezas. Su belleza no deslumbra tanto como su luminosa dulzura y su carnosidad inexpugnable. Están son las claves que suenan en la memoria gustativa de los clientes. Tesoro serrano en estado de gracia.
La cereza ha hecho de la tradición una vanguardia. Microclima amigo, como socio fundamental y el tiempo, como único enemigo. Respuesta in-objetable de los clientes. No hay indecisos, sólo felizmente perplejos ante el sabor. Gusto permeable, fruta de hondo calado, de mayorías estables, con largo recorrido estival. Tiempo de cerezas.
Cherry gourmet
El gusto es proclive a dividirse, aglutina siempre por fortuna innumerables elecciones. La profundización de los gustos nos hace más felices. La cereza de montaña sigue contando con un vasto seguimiento que paulatinamente arrebata la mayor parte de los seguidores a las otras cerezas. El imaginario de la fruta en junio está dedicado a la cereza. Una temporada que anticipa frenéticas jornadas, sin apenas tiempo, para descubrir a la reina de la montaña alicantina plenamente. Saborear no es igual que comer. La cereza de montaña no tiene líneas de sombras sólo tiempos específicos, sincronía estival, calidad excelsa. La cereza de montaña tiene por definición un propósito concreto: identificar el buen gusto y hermanar a una colectividad de forofos espontáneos. El poder efímero de la cereza obedece a imponderables del tiempo, temporada corta, es el reflejo de un pronóstico mil veces reiterado. En verano manda la cereza, mantiene su esplendor y ensombrece al resto de frutas. Tal es el protagonismo y la fuerza que ha adquirido en las últimas décadas el consumo de la cereza serrana que se hace difícil, por no decir imposible, su coexistencia con otras cerezas.
De tal manera que otras frutas apenas se dejan sentir más allá de su área geográfica. La autoridad del sabor es necesaria, la tiranía del gusto no, se puede y se debe discutir de sabores. The Cherry Gourmet.
✕
Accede a tu cuenta para comentar