Casa Real

Doña Sofía: «Las opiniones de Letizia le han venido bien a la Casa Real»

Doña Sofía: «Las opiniones de Letizia le han venido bien a la Casa Real»
Doña Sofía: «Las opiniones de Letizia le han venido bien a la Casa Real»larazon

El homenaje de la Reina a Doña Sofía, para quien reclamó un uso positivo de la palabra suegra, ha desterrado la idea de que entre las dos no haya buena sintonía.

Los gestos mutuos de afecto y admiración que se prodigaron públicamente hace unos días la Reina Letizia y la Reina Sofía fueron una muestra palpable de que no siempre se cumple la creencia popular de que las relaciones entre suegras y nueras son difíciles y plagadas de momentos de tensión cuando no de abierto enfrentamiento. Lo que dice la tradición es que una madre nunca está plenamente satisfecha con la elección de pareja de su hijo, aunque la elegida sea el súmmum de la perfección hecha mujer. Y que siempre tendrá en mente que debería haber sido más exigente a la hora de decidir cuál iba a ser su compañera en el futuro. Por su parte, la futura esposa ve en la madre de su hijo a una rival con la que tendrá que competir para ser ella la que ocupe el centro de su vida a partir de ese momento y deje de pensar que nadie podrá alcanzar el nivel de perfección al que había llegado su madre.

Sin embargo, la Reina Letizia se atrevió a usar la palabra suegra en público para referirse a la madre de su marido y no sólo eso, sino que añadió algo más para desterrar la mala prensa que siempre ha tenido esa palabra al decir textualmente: «Le acabo de entregar el Premio Joaquin Ruiz Jiménez a mi suegra, la Reina Sofía, a mi suegra, y yo creo que la palabra suegra nunca ha sonado mejor, ¿verdad?... a mi suegra». En la sala donde se celebraba el acto de entrega de premios de la organización Unicef, cuya presidencia de honor ocupaba antes Doña Sofía y a partir de ahora lo hará Doña Letizia, hubo un murmullo de reacción del público, sorprendido quizá por la espontaneidad de la actual Reina al utilizar un término que goza de bastante mala prensa en la sociedad. Y la frase con la que terminó su intervención Doña Letizia: «Muchas gracias, de corazón, me lo has puesto muy difícil», dedicada a Doña Sofía, fue el reconocimiento pleno de la nueva Monarca de lo bien que ha desempeñado su papel su antecesora y lo complicado que será para ella igualarla en el futuro.

Como es lógico, hubo una contrapartida por parte de Doña Sofía a la hora de darle las gracias a su nuera por entregarle el premio. Además de los cariñosos gestos que intercambiaron en todo momento, besos expresivos y apretones de manos, la anterior Reina dio las gracias a la cónyuge de su hijo por el detalle de darle el galardón, al mismo tiempo que le deseaba mucha suerte para desempeñar ahora la tarea de ser la presidenta de honor de Unicef. Una labor que le dio a ella, en las más de cuatro décadas que la ejerció, muchas satisfacciones.

Siempre es difícil desmontar el mito de que suegras y nueras deban tener, casi por obligación, una relación difícil y así han cundido los rumores de que Doña Sofía y Doña Letizia no mantenían una buena relación a lo largo de estos once años. En la cabeza de muchos no cabía la idea de que la esposa y la madre del actual Rey pudieran llevarse bien, quizá por la convicción de que la condición de periodista y el origen social de Doña Letizia no podían ser del agrado de una persona de sangre real, que en realidad es tan roja como la de cualquier ciudadano de a pie. Sin embargo, desde el principio, la Reina Sofía no sólo mostró su conformidad con la elección de su hijo, tomada por su deseo de casarse por amor, sino que mostró su disconformidad con las personas que desaprobaban a Letizia por profesión y, además, divorciada.

«Forma antigua de pensar»

«Quienes critican el matrimonio de un Príncipe con una periodista tienen una forma muy antigua de pensar», manifestó la Reina en el libro «Doña Sofía, la Reina habla de su vida», publicado en 2008, cuyos autores son los periodistas Emilio Oliva y yo misma. Y no se limitó Doña Sofía a estas palabras sino que se declaró a favor de que las familias reales se abrieran a este tipo de uniones, ya que «casarse con personas de fuera de este círculo es bueno». Una afirmación seguida de otras tan significativas como que Doña Letizia era una persona muy inteligente que sabía perfectamente lo que tenía que hacer y que ella se beneficiaba de las opiniones de la esposa de su hijo porque ofrecían un punto de vista diferente, que venían de fuera del círculo propio de la realeza.

Y por parte de la entonces prometida de Don Felipe, es fácil recordar aún sus palabras –tan criticadas por interrumpir al Príncipe de Asturias con aquel «¡...déjame terminar!» el día de la petición de mano– en las que Doña Letizia no quiso dejar de manifestar su agradecimiento a la Reina por su inestimable ayuda en los días previos al anuncio del compromiso matrimonial.

La buena relación entre ambas está acreditada suficientemente, lo que no quiere decir, por supuesto, que no haya habido en algunos momentos sus más y sus menos o algunos puntuales desacuerdos. Pero la sangre no sólo no ha llegado al río entre ellas sino que la cordialidad y el entendimiento han estado presente en el propósito de las dos ya que, se quiera o no, estaban destinadas a entenderse por el bien de la Corona, la institución que hace de paraguas de todos sus integrantes y bajo cuya sombra se cobijan todos, y por el bienestar familiar, que tan importante es en cualquier estrato social.

Bien es cierto que la forma en que cada una ha desarrollado o desarrolla ahora su papel de consorte del Rey tendrá que ver con su propio carácter y su actitud ante la vida. Pero en la tarea de ambas hay muchos más puntos en común de lo que puede parecer a bote pronto. Su labor, por la falta de definición que la Constitución contempla para la consorte del Rey, salvo en el caso de fallecimiento del monarca, en que debería ejercer la regencia hasta la mayoría de edad del heredero, sólo puede ser la de apoyo a su marido y la educación de los hijos. Así que de la misma forma que Doña Sofía fue definiendo poco a poco las actividades de carácter social y cultural que quería ejercer como compañera del Monarca, ahora es Doña Letizia la que está en la fase de decidir los asuntos en los que quiere volcarse para complementar la tarea del nuevo Jefe del Estado. Algunos le vienen dados por su condición de Reina, como el apoyo a la Cooperación española, que tanto está haciendo en países deficitarios social y económicamente, o la presidencia de organismos como Unicef. Pero hay otros temas que si se conocen ahora es debido al interés de la Reina Letizia, como es el caso de los afectados y familiares de las conocidas como enfermedades raras que al sufrirlas pocas personas son poco investigadas.

El acto con el que se abría este artículo, el relevo en Unicef, ha dado la oportunidad a las dos Reinas para ratificar que hay buena sintonía entre ellas. Y que, como es normal, entre suegras y nueras también es posible que haya armonía.