Artistas
Marta Sánchez hace promoción gay en vez de conciertos
Recién llegada de La Habana, lo que está de moda, la cantante coruñesa, hija del barítono Antonio Campó –que grabó mucho con el enorme Alfredo Kraus– allá fue jaleada y casi paseada en volandas por lo que supuso su apoyo al primer Día del Orgullo Gay habanero. Algo cambia en la Cuba aún castrista. Raúl los proteje, él sabrá sus razones. Acaso lo intuyó nuestro ministro de Exteriores, siempre adormecido. Aunque cueste creerlo, avispado para no perderse la cabalgata reivindicativa donde Marta paseó como reinona. Pero no concluye ahí su defensa. El 5 de junio hará lo mismo en Torremolinos, lo más a este nivel que ofrece la Costa del Sol desde tiempos inmemoriables. Tiene el mayor número de lugares y atractivos para el esparcimiento nocturno, playas aparte. Un poco tarde, pero no mal, intentan recuperar la supremacía que un día ostentaron con Sitges, como población más atractiva del verano en la zona. Entonces Marbella se concentraba en el círculo de Alfonso de Hohenlohe, su impulsador, actualmente tan convertido en Benidorm estival, como también –¡ay!– lo es la Ibiza de agosto. Muchos habituales con casa puesta han renunciado a su calidez, toman el portante, y regresan a primeros de septiembre cuando baja la invasión masiva. Carlos Martorell, que en los años 70 fue bautizado «Príncipe de Ibiza», y que, evitando mogollón, adelanta al 25 de julio su «pasion flower», paseaba a caballo en la entonces desértica Es Covall. Fue de los primeros en hacerlo. La isla blanca es un paraíso menos en pleno verano, donde sus calas repiten el hacinamiento nada apetitoso de Benidorm siempre con el «completo» permanente. Es el caso de una Marbella igualmente atestada y devaluada. Por eso los torremolineros convocaron la cita para una «operación prestigio», presentada por Bibiana Fernández y Manuel Bandera, más que compañero y dúo. Ellos amadrinan lo del 5 de junio, cantarán Chenoa y una Betty Missiego, de la que hablé con Barei. Encajó bien el fracaso eurovisivo «porque la canción era espléndida». Entiende el politiqueo, que yo recordé días atrás, igual que la manera en que Arturo Kaps compraba votos desde los estudios televisivos de Miramar. Hoy hacen lo mismo en política de altura. Con Barei hablé mucho de su tío Julián Reyzábal, añorado «rey de la noche» madrileña en su extintos locales Xenon, Cleofás y Windsor. Eran faros en la sala capitalina, donde Tip y Coll hacían temporadas de meses, igual que la Pantoja o Rocío Jurado. Los inolvidables Martes y Trece batieron récords y Reyzábal los llevaba de uno a otro local. Siempre llenaba y suponían divertido atractivo para un Madrid menos amuermado que actualmente, donde ningún local ofrece actuaciones en directo. El debú de las folclóricas suponía cita vip y Encarna Sánchez primero aplaudía a la chipionera y, cuando se cabreó con ella, lo hizo con Pantoja. Sus filias y fobias componían un ritmo morboso, según las querencias de quien radiofónicamente –«Encarna de noche»– desvelaba al personal. Era buena. Reñimos porque tomé partido por mi amiga Rocío y hasta prohibió a Carmen Jara que me saludara en la mañanas de la Cope, entonces en Juan Bravo, frente a la antigua cárcel. Luis del Olmo «inventó» con ella, García y Alejo García, ¡Qué tiempo tan feliz!
Es el de Marta Sánchez enredada con los gays. Víctor Ullate, siempre juvenil, apoyó la resurrección torremolinera, incluso sin apuntarse como Bibi y Bandera a reponer su musical este otoño. «Será en el Rialto de Gran Vía. Lo ampliamos con más gente y duración», me adelantaron... No hay que perdérselo.
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