La columna de Carla de la Lá
La muerte de la ironía
Esta semana leí una entrevista en la que nuestro admirado Javier Marías hablaba del fin del humor, un tema recurrente entre escritores y columnistas (porque tenemos que hacer malabarismos) se lo aseguro.
Decía que hoy en día no se puede ironizar, que la ironía no se entiende porque la gente lee al pie de la letra, literalmente.
Este chiste ilustra la situación:
_Joder tío te tomas todo al pie de la letra!
_¡Las letras no tienen pie!
También he leído que el fiscal pide 18 meses de cárcel para el poeta Camilo de Ory por los tuits en los que ironizaba con respecto al circo que se desplegó en torno al caso Julen, el pequeño que perdió la vida tras caer en un pozo.
A mí como a todos, me apena que mueran las personas, adultos o niños pero más me entristece la muerte del humor porque la muerte de la ironía es la muerte del humor. Si nos atenemos a la literalidad, si perdemos la capacidad de abstracción o la censuramos, enterraremos también la poesía, el Arte, la inteligencia y la dicha. Al menos la mía y la de mis hijos.
Los chistes de Camilo de Ory me parecen de muy mal gusto. Pavorosos. Descarnados. No son nada cute, no son lindos, adorables, no son Kawaii, no, señores... los chistes de Camilo (le sigo desde hace años) son feroces, tremebundos...
Segurísimo que a él, de exquisita sensibilidad (¿han leído sus libros?) también se lo parecen ¿o qué creían?
¿Conocen el feísmo verdad?
Dos segundos de wikipedia: El feísmo es una tendencia artística (y literaria) que valora estéticamente lo feo y donde el autor se recrea en objetos, animales, personas, lugares o situaciones repugnantes.
Los escritores y artistas utilizan el feísmo para agredir la sensibilidad del público, al que consideran demasiado autocomplaciente y convencional y cuyo criterio estético, pero sobre todo moral, desprecian.
Camilo cuestiona el espectáculo morboso en torno a las desgracias ajenas y toda esa descarga emocional tan fatua...(Yo misma me tragué horas de tele del caso mientras cenaba, por ejemplo, ¿no es vomitivo?)
En sus chistes, nos gusten o no, Camilo señala con tenebrosa ironía que toda esa compasión en grupo le parece una gran mentira, más mediada por el morbo y la auto compensación que por la condolencia.
Siempre que ocurre una desgracia y la opinión pública se hincha a llorar y compungirse me pregunto: ¿Y luego qué?
Una vez enterrado el niño Julen o el Pescadito, ¿qué? ¿A dónde va toda ese afecto y toda esa compasión?
Lo digo en serio, ¿dónde escondemos después toda esa fraternidad? ¿qué hace usted para ayudar a su vecino?
Señor fiscal, ¿cuánto de su tiempo y su dinero dedica usted a solidarizarse con el que sufre cada mes? Espero que un porcentaje digno.
Se me escapa una sonrisa mientras escribo (perdónenme, me siento como Atticus Finch).
Las flores del mal de Baudelaire pretende «espantar al burgués» con todo lo que la sensibilidad convencional teme o condena: el crimen, la barbarie, la crueldad, la enfermedad, el satanismo, etc. La poesía satírica, por ejemplo, aborda los aspectos más reprobables del ser humano, pero no para celebrarlos, sino para ridiculizarlos. En La vida del Buscón de Quevedo, lo desagradable se convierte en materia de chiste con cero empatía por la suerte de quienes lo sufren ¿Lo han leído no? La familia de Pascual Duarte (Cela), obra emblemática del "tremendismo", es otro ejemplo de la fascinación por lo abyecto y lo truculento.
La ironía, la causticidad y el humor, señores del jurado, no es sinónimo de gamberrada sino que cumple una importantísima función personal y social: desdramatizar (aliviar tensión). El humor es un mecanismo de defensa ante el conflicto psicológico....
El humor y la ironía nos permiten respirar en medio del infierno (y más en este sofocante verano) porque son el tónico y la medicina del alma.
El humor nos permite vivir por encima de las circunstancias, que es como hay que vivir si uno quiere tener la más mínima posibilidad de ser feliz y estar tranquilo (seamos enfermos, gitanos... gordos, pobres, divorciados, homosexuales, moros, cristianos, vascos, calvos y aunque la tenga usted pequeña, caballero...).
El humor es la verdadera democracia porque nos iguala a todos; el humor es dignidad (no la riqueza, ni la belleza: ¡pamplinas!); el humor es la patria y la única forma de vivir.
Cuando termine esta columna tal vez me ocupe en eliminar mi cuenta de Twitter, o directamente detonarla, que no quede ni una huella que sugiera que una vez se hicieron chistes sarcásticos o que alguien tiró de la socarronería sin recibir su castigo. En poco tiempo, la más mínima chanza constituirá una acción típica, antijurídica, imputable y culpable, sometida a una sanción penal, queridísimos.
¡Ay qué bromas tan feas!, os aseguro que no iría con Camilo a elegir el color de mis cortinas pero, ¡no me cansaré! el humor, es el único antídoto contra el patetismo y la degradación...
Y no defiendo a Camilo por su buen gusto, lo hago porque es una persona inteligente y como tal, me hace sentir acompañada, y me arropa en este crudo invierno (a cuarenta grados) que es la estupidez.
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