Cuenca
Cristina Sánchez: «El miedo está en todos los sitios y a todas horas»
Cristina Sánchez / Torero. «No había necesidad», pero la hubo y vuelve a torear 17 años después de retirarse. Lo hará «una sola tarde», así se lo ha prometido a su marido. Desde que dio el «sí, quiero» convive con el miedo a todas horas, anudado al estómago, se miran de tú a tú. Y se hablan. La cita es en Cuenca el sábado con El Juli y Ponce y a beneficio de los niños con cáncer. ¿Su mayor miedo? Hacer el ridículo. Cuenta ya las horas...
«No había necesidad», pero la hubo y vuelve a torear 17 años después de retirarse. Lo hará «una sola tarde», así se lo ha prometido a su marido. Desde que dio el «sí, quiero» convive con el miedo a todas horas, anudado al estómago, se miran de tú a tú. Y se hablan. La cita es en Cuenca el sábado con El Juli y Ponce y a beneficio de los niños con cáncer. ¿Su mayor miedo? Hacer el ridículo. Cuenta ya las horas...
Viene del «fisio» y trae otra cara. Entre ilusión, temor, expectación... Dice que está en modo torero y se le nota. En todo. Es el regreso a la esencia. Al sueño en el que invirtió juventud. Donde se forjó el germen de la disciplina por la que hoy sus hijos la rebautizan como la teniente Sánchez. Está en forma. Fibra del derecho y del revés. Escultural cuerpo, que entregará al toro. Ha vivido hace poco el trago más amargo, tener que contar la muerte en el ruedo de un compañero, «todavía no puedo hablar mucho, se tiene que cerrar un capítulo ahí dentro». Su cita es el día 20 en Cuenca. Cartelazo, Juli y Ponce con toros de Daniel Ruiz.
–¿A qué sabe el miedo?
–A todo. Está en todos los sitios y a todas horas. Vive conmigo. Abro el ojo por la mañana y ahí está y se me pone una cosa en el estómago... Es una responsabilidad que no te abandona en todo el día, mis hijos deben de pensar qué bien está mi madre que no dice nada por nada.
–¿Y había necesidad?
–Eso dice mi madre. ¡Que qué necesidad tenía yo si tengo mi vida resuelta! Pero precisamente por eso, hay necesidades que no son económicas ni físicas, sino del alma. He llegado a la conclusión de que este año tenía más tiempo y definitivamente no me viene nada bien tenerlo...
–Qué bien suena eso de tener la vida resuelta...
–Resuelta para levantarme todos los días e ir a trabajar, pero me va bien, con mi marido, mis hijos...
–¿Qué será la felicidad el 20 de agosto?
–Estar a la altura de las circunstancias y como mis hijos; tienen la ilusión de sacarme en hombros, que me puedan sacar.
–¿Cómo está siendo la preparación?
–Me estoy divirtiendo mucho y estoy teniendo mucha complicidad con mis hijos, el pequeño, Antonio, está entregado. Super pendiente de todo.
–Si el valor estuviera en venta...
–Pues igual ahora compraría un poquito... Más que valor soy consciente de lo que voy a hacer y eso me puede.
–Y a lo físico, ¿teme?
–Yo le digo a todo el mundo: si ves que no estoy preparada, que no tengo facultades, por favor, ¡dímelo! Mi mayor miedo es hacer el ridículo, sólo pienso en si el día 20 por la noche estaré feliz o no. En si habré cumplido mis expectativas o no...
–Jugarse la vida... ¡y gratis!
–Es la mejor causa, la investigación del cáncer infantil. Yo tengo una suerte enorme porque mis niños están sanos.
–¿Pasó la consulta de sus hijos antes de decir el sí a su regreso?
–Sí, mi marido, que está negado hasta el día de hoy, aunque yo sé que está ahí a pesar de estar pasándolo mal, fue el que me dijo que se lo consultara a los niños.
–¿Y?
–Pues que se lo dije cuando estábamos los cuatro en el comedor, abrieron los ojos de par en par y me decían: «¿Pero de verdad mami que eres capaz de hacer eso? Tienes que hacerlo». El pequeño al día siguiente ya me preguntaba si ya estaba preparada.
–¿Y su marido?
–Él me dijo: «Estás de broma. No me estás hablando en serio. Esto está tan lejos de nuestro proyecto de vida, me parece que estoy hablando con otra persona»... Prometí que era la única tarde.
–¿Y si...?
–Lo he prometido. No vengo a rebañar nada. Esto lo hago por mí, por mis hijos y por esos niños con cáncer. No soy una mujer al uso y tiendo a hacer cosas anormales y supongo que ésta es una de ellas.
–¿Le valen los vestidos de antes?
–Sí, de hecho me los he tenido que meter.
–¿Se dice cuál o es el secreto mejor guardado como el vestido de novia?
–Pues no suelo ocultarlo, pero esta vez no lo estoy diciendo.
–¿Se cuida?
–Mi forma de comer es cuidarme desde hace tiempo. Y ahora tomo unos batidos de herbalife que me están ayudando, es un complemento para deportistas.
–¿Qué está prohibido en su dieta?
–Las grasas, los bollos... Tampoco las toman mis hijos ni mi marido. En casa he enseñado a comer. Hay que cuidarse y no comer salsas, dulces, chuches...
–¿Y pecar?
–Cuando hay que hacerlo se hace.
–¿Qué no falta en su nevera?
–Los quesos.
–El fresco será.
–No, no, aunque tienen grasas los tengo de todos los tipos. Eso sí el de lonchas, light. Y yogures tampoco faltan.
–¿Y alcohol?
–Cerveza y vino. ¡La cerveza tiene más calcio que un vaso de leche!
–¿A qué se hincha en verano?
–A hacer kilómetros y ver toros, pero agradecida de que sea mi trabajo.
–¿Hay regla de oro para el matrimonio?
–Yo hablo por mí... Nosotros discutimos, como todos, pero la convivencia nos va bien. Tenemos nuestro espacio, viajamos mucho, pero los dos, y así no está descompensado y sigo manteniendo la ilusión. Si hace tres días que no le veo y viene tengo ganas de arreglarme para él.
–¿Es una madre al uso?
–Creo que no, pero soy una sargentona muy disciplinada y creo en la disciplina aunque no estemos ni Alejandro ni yo en casa en ese momento. Así me llaman, la teniente Sánchez.
–Elija vacaciones...
–Irnos los cuatro, donde sea, pero sin responsabilidades. En el día a día todo es responsabilidad. No necesito irme muy lejos, con estar todos juntos es ya un regalo.
–¿Da pábulo a la superstición?
–Ninguno.
–¿Hablamos de machismo?
–Puff me aburre mucho hablar de eso. Con el tiempo aprendes que si te propones algo y si eres capaz de demostrarlo, las cosas salen. Lo que pasa es que cuando estás metida y ves muchas cosas te contaminas. En mi caso, si la espada hubiera navegado, hubiera sido otra historia. Me he puesto delante de todos los toros, de Madrid, Bilbao... Con la espada se hubieran podido superar esos daños colaterales.
–¿A quién pondría delante del toro?
–Delante no sé pero, a los de Podemos les invitaría a pasar una semana con un torero y un ganadero a ver si les cambiaba el juicio tan erróneo.
–¿Creyente?
–Sí, pero no llevo capilla, me da yuyu. Rezo un padre nuestro siempre.
–¿Cómo se afronta este reto después de tener que retransmitir la muerte de Víctor Barrio?
–Todavía no puedo hablar mucho de ello. Y además mis hijos estaban allí. Se tiene que cerrar un capítulo que tengo ahí dentro. Estoy en modo torero, mis compañeros torearon al día siguiente... No he pensando en ningún momento en mí, pero sí en mi marido, en mis hijos, mis padres, sé que ellos lo sufren... Pero Víctor Barrio se sentirá orgulloso. Torear va mucho más allá de lo que dicen.
–¿Cómo celebraría el triunfo?
–Abrazando mucho a mis niños.
Playa o montaña
«A mí me gusta todo. Me encanta la montaña, la nieve y también la playa. En verano es difícil que nos podamos escapar por trabajo; antes nos íbamos en noviembre y ahora con el colegio de los niños lo vamos retrasando al mes de diciembre, pero bueno, tiene su punto irse cuando nadie se va. Se disfruta muchísimo».
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