Crudivegana: Excelente monotonía

Como el vegetarianismo, la alimentación crudivegana se basa en aspectos como la ética y la sostenibilidad. Cumple los mismos principios que una dieta vegana, es decir, no se consumen de alimentos de origen animal y sus derivados. Pero, además, éstos deben ser crudos o deshidratados, sin que se supere los 40-42º C en el proceso, que sería la temperatura máxima estimada alcanzada por un alimento expuesto al sol. Así pues, esta dieta se basa en frutas, verduras y hortalizas, legumbres y granos germinados, semillas y frutos secos crudos o bien remojados.

Lo bueno

- Cubriendo sus carencias –como es la indispensable vitamina B12– es capaz de satisfacer nuestros requerimientos vitamínicos y minerales sin ningún tipo de problema. Además, potencia el consumo de frutas y hortalizas, y apuesta por las legumbres y los frutos secos, que cubren las necesidades de proteína diarias a través del germinado y el remojo, lo que aumenta la biodisponibilidad de los nutrientes que la componen.

Lo malo

- Corre el riesgo de resultar monótona para aquellos que no están acostumbrados a comer todos los alimentos crudos, cayendo así en la trampa de comer todos los días «ensalada». De este modo, al no incluir alimentos cocinados, resulta difícil encontrar la variedad en ella, aunque hoy en día existen recetas y preparaciones de lo más apetecibles y saludables. Por otro lado, también puede presentar inconvenientes para cumplir con los requerimientos energéticos, puesto que al ser comidas muy voluminosas y ricas en fibra y agua favorecen una saciedad temprana, algo que en personas como deportistas con requerimientos elevados puede suponer un problema.

La nota: 8-9