Papel
Pasaporte inimitable
La biometría revoluciona los documentos de identidad, que han olvidado el papel para dejarse guiar por la mirada, la forma de andar y hasta de sentarse
La biometría revoluciona los documentos de identidad, que han olvidado el papel para dejarse guiar por la mirada, la forma de andar y hasta de sentarse
Lo único que echan de menos la mayoría de los turistas cuando recuerdan los antiguos pasaportes, unos librillos en los que las autoridades imprimían un sello de entrada y salida del país, es la sensación de trofeo al ver las coloridas etiquetas que adornaban sus páginas. Pero cuando recuerdan las renovaciones, las denuncias por robo en otros países y las demoras en las aduanas, rápidamente agradecen el cambio.
La culpable de todo se podría decir que ha sido la biometría. La pupila, el reconocimiento de la voz, las huellas dactilares, la distribución de las características faciales... todas estas herramientas habían sido utilizadas anteriormente para confirmar una identidad. Pero nunca habían sido utilizadas en conjunto. Ya antes de 2010 el proyecto Humabio (siglas de Monitorización y Autenticación de Humanos utilizando Indicadores Biodinámicos y Análisis de Conducta) demostró que diferentes características corporales podían trabajar en conjunto para confirmar la identidad de una persona. A las anteriormente mencionadas se les unió el patrón y ritmo de los latidos del corazón y la forma de caminar, cuando el proyecto comenzó a ser financiado por la UE y cambió de nombre a ACTIBIO (Autenticación Utilizando Actividad y Biometría) en 2011. A partir de ese momento surgieron sistemas cada vez más sorprendentes, y a veces bizarros, de confirmar la identidad de una persona. Una de las más inusuales fue el sensor de asientos. De acuerdo con los expertos, de nuestra forma de sentarnos y también de nuestros glúteos se puede extraer más información de la pensada. Esto, aunque resultó extraño al principio, permitió comenzar a confirmar la identidad de los pasajeros en taxis y aviones.
Hoy todos sabemos cómo funcionan los pasaportes. Pulseras resistentes a casi todo, se llevan en la muñeca o el bolsillo. Allí, un pequeño microchip desarrollado por el Proyecto BioP@ss registra nuestro ritmo cardiaco, temperatura, movimiento de las manos y huellas dactilares. También archiva todos nuestros datos: nacionalidad, número de pasaporte, domicilio, teléfono de contacto y sistema de desactivación por robo. Cuando no se usa permanece cerrado y sólo se abre mediante la combinación de huellas y reconocimiento de voz.
Una vez que se llega al aeropuerto, la pulsera automáticamente se conecta por NFC con los ordenadores que comienzan a confirmar nuestra llegada. Las cámaras de seguridad analizan nuestro rostro desde diferentes ángulos, siguen nuestra forma de caminar, retratan la configuración de las pupilas y hasta el perfil de nuestra rodilla en movimiento. Una vez que se confirma que estos datos corresponden al portador, aceptan recibir los datos relativos al ritmo cardíaco, temperatura y otros datos físicos que guarda la pulsera. Cuando todos estos valores (en total quince características físicas y de conducta) han sido testados, el pasaporte recibe una luz verde que garantiza la entrada al área de pasajeros.
En caso de error o imposibilidad de comprobar la información, los pasajeros pasan por una cinta sin fin, idéntica las actuales, sólo que rodeada por los sensores específicos y con personal de seguridad en la entrada y salida de la misma. En el caso extremo de fallo, la última opción es un análisis de sangre y confirmación genética. Proceso que demora 10 minutos.
Fuente: Excepto por el análisis genético para confirmar la identidad, todos los proyectos y tecnologías mencionadas existen, incluso la de los asientos.
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