Papel
No sin mi kit de playa
Si usted compró la famosa sombrilla anti rayos uva o ha decidido utilizar la típica camiseta para bañarse y no quemarse ha caído en uno de los «engaños» veraniegos. he aquí la guía para conseguir la mejor equipación
Si usted compró la famosa sombrilla anti rayos uva o ha decidido utilizar la típica camiseta para bañarse y no quemarse ha caído en uno de los «engaños» veraniegos. he aquí la guía para conseguir la mejor equipación.
Puede que esté leyendo este texto desde una abarrotada y soleada playa española como otros cientos de miles de personas. Y ha colocado estratégicamente su silla de nilón debajo de la sombrilla. Ni un rayo de luz acierta a posarse directamente sobre su piel por lo que, ¿para qué echarse crema todavía? «Luego, a la hora del baño», piensa. ¿Su sombrilla es de lona azul y blanca? En realidad aunque el color importa, da un poco lo mismo. Le está protegiendo del sol, sí, pero a medias. «Hay estudios que dicen que las sombrillas protegen menos que una crema solar», afirma el doctor Eduardo López Bran, director de la Clínica IMEMA y jefe del Servicio de Dermatología del Hospital Clínico San Carlos de Madrid. Uno de ellos lo realizaron investigadores de la Universidad de Valencia. Utilizaron una de los colores y material descritos, a la que le colocaron un sensor. El resultado fue definitivo, dejaba pasar solo un tercio de la radiación ultravioleta pero la difusa, que regateaba a la sombrilla por los lados, campaba a sus anchas. Puede que su accesorio venga preparado con tela ultraprotectora, que las hay. Pero da lo mismo.
Usted se halla en la sombra pero su piel sufre, se quema. «Pues me pongo una camiseta», asiente indignado, mientras se enfunda esa prenda de hace años que usa para bajar a playa. Protege, sí, pero no tanto como esperaba. En este caso lo descubrieron expertos de otra Universidad española, la de Málaga, y lo publicaron en su estudio «New Advances in Protection Against Solar Ultraviolet Radiation in Textiles for Summer Clothing». La conclusión general vino a decir que la ropa se puede considerar como una de las herramientas de protección más importantes contra las radiaciones UV, pero como en la canción, depende, todo depende. Por ejemplo, un polo y unos vaqueros podrían asimilarse a un factor 200 en cremas solares. Aunque parece complicado que nadie baje así a su cala preferida. Una camiseta o un vestido de algodón, atuendos más adecuados, podrían alcanzar el 40 siempre que el tejido sea tupido, que es el concepto clave, y relativamente nuevo. Con los años, lavados y exposición al sol, pierden efectividad. Con la humedad también, por cierto, a este tipo de radiación le gusta el agua y su efecto lente. Esto va por la sudoración o por quienes se bañan con la camiseta puesta porque el día anterior se quemaron. López Bran apunta a la clave: «Lo ideal es jugar con dos barreras, la física y la química».
Y para esto último usaremos una crema, de forma generosa, y tendremos en cuenta que algunos mitos sobre ellas son solo eso, mitos: un factor alto no conlleva que se pueda prolongar el tiempo de exposición. Igual que los factores bajos no garantizan un bronceado intenso, los altos tampoco lo impedirán. Si un producto es resistente al agua no se tiene que renovar después del baño.
En todo caso, las dos recomendaciones principales es embadurnarse de crema cada dos horas y usar el factor adecuado a cada persona, dependiendo del fototipo de cada una. Nada de un bote para la familia. Es tan importante como saber que «la gran mayoría de los cánceres que vemos ahora son la consecuencia del sol al que nos hemos expuesto en nuestros primeros años de vida. La piel tiene memoria y un número elevado de personas agotan su capital solar antes de cumplir los 18 años».
Hace caso al experto, se echa crema y se levanta para ir con la familia al chiringuito. Pero por el camino piensa en que mañana se trae la comida para hacer un picnic sobre la toalla, aunque conlleve complicaciones como pensar qué alimentos son los adecuados, cómo llevarlos y cómo hacerlo sin generar más residuos de la cuenta. No en vano, ayer leyó que cada año, ocho millones de toneladas de plásticos acaban en los océanos. En concreto, en España, del total de residuos recogidos en nuestras playas, el 87% es de origen plástico con bolsas, botellas y tapones a la cabeza. Saca su móvil y hace una búsqueda rápida para llegar casi directo a la página de las hermanas Abraín. En su eco blog www.esturirafi.com escriben sobre vida ecológica y saludable para personas y naturaleza y parten de tres máximas, que los productos que destacan no dañen el medio ambiente, que sean reutilizables y duraderos y que hayan sido probados por ellas mismas. «Elegimos artículos que aporten algo, que ya por sí mismos divulguen. Y nos fijamos en su origen, la historia que llevan detrás, sus materiales y estudiamos la marca cuando son de terceros», aclara Rut, una de las impulsoras de esta iniciativa. Nos cuenta su producto preferido para el verano justo cuando sale hacia la playa, la botella termo de acero inoxidable que mantiene los líquidos frescos durante 24 horas. Si se combina con fiambreras del mismo material y una bolsa de algodón natural, el conjunto gana por goleada el partido de la sostenibilidad.
Las bolsas, por cierto, llevan un mensaje: «Colecciona momentos, no cosas». Y echa la vista atrás, hacia su silla y la tumbona que trae su pareja. ¿Qué será de ellas cuando no sirvan? Quizá tengan la suerte de topar con una marca como la italiana Brandina. Esta compañía, con más de medio siglo de experiencia, fabrica bolsos, gafas de sol, gorras, bañadores, monederos, fundas para móviles y otros muchos accesorios a partir del nilón de este equipamiento playero. Y lo hace desde 2004, cuando el diseñador y fotógrafos Marco Morosini descubrió con este material un álbum fotográfico dedicado al Adriático. La bombilla se encendió entonces y ahora, el algodón está desterrado de sus creaciones. En España, Ecoalf utiliza otros materiales reciclados para sus artículos: botellas de plástico, neumáticos, posos de café (ofrecen hasta protección contra los rayos UV), neumáticos y redes de pesca entre otros. «Las redes de pesca fantasma se encuentran entre las grandes culpables de las muertes en nuestros océanos», comentan de esta materia prima reutilizada. Hasta la fecha han procesado 80 toneladas de este tipo de residuo para, por ejemplo, hacer una chaqueta de mujer que incorpora 235 gramos de material recuperado. Su oferta es amplia en incluye, además de prendas y accesorios para el día a día, sandalias, camisetas y trajes de baño para que unas vacaciones sirvan, además de para descansar, para cuidar el planeta.
¿Dos horas para la digestión?
Es una hora indefinida después de comer. Su hija le anuncia que se va a practicar su nueva pasión, el surf. Y usted, como buen padre, comienza a pronunciar aquella frase que tanto escuchó de pequeño. «Todavía no que se te va a cortar la diges...». Pero se lo piensa. ¿Será verdad u otro mito? La realidad se llama de otra manera, hidrocución, y tiene que ver con un cambio brusco de temperatura del cuerpo cuando entra en el agua. No importa tanto esperar una o dos horas después de la comida como conseguir que esa diferencia de grados sea la menor posible. De hecho, si su hija se dedica a otra actividad a pleno sol antes de entrar en el agua, seguramente el riesgo sea mayor. Ella, por cierto, como toda surfera, hace gala de una intensa conciencia medioambiental. Y ha investigado para averiguar algunas cosas. Ahora conoce que la composición de su tabla es mucho más nociva de lo que le gustaría, ya que combina un núcleo de espuma recubierto con fibra de vidrio y endurecido, todo el conjunto, con resina de poliéster. Un cóctel bastante mortal para la naturaleza. Su neopreno, por cierto, no se queda atrás.
Afortunadamente, la tecnología avanza y la imaginación, también. Para solucionar la primera parte de su contradicción ha encontrado tablas a base de EPS reciclado, fibra de cáñamo, aceite de algas y hasta champiñones. También ha conocido a la gente de Richpeoplethings, entendiendo «rich people» como personas con riqueza interior, que propone fabricarlas a partir de tapones de corchos de botellas, como esos que forman las 2.500 toneladas que acaban en la basura en España cada año. La idea no es mala, este material es natural, ligero, elástico, resistente al agua, con alto coeficiente de rozamiento, gran flotabilidad y destacada durabilidad. Estas características que le vienen tan bien al surfista como al océano o mar en el que practica su deporte.
Hora de volver al hotel. Observa a algunos rezagados recoger conchas en la playa. Usted lo hacía hasta hace unos meses pero ya no porque conoció por los medios aquel estudio realizado y publicado por Michal Kowalewski, de la Universidad de Florida, y Jordi M. Rosa, de la Universidad de Barcelona. Ambos han comprobado algo en la playa Llarga de Tarragona, que durante la época estival las conchas poco menos que desaparecen. La investigación continúa para conocer los efectos exactos de esta actividad humana, pero ya saben que la erosión aumenta, algunos microorganismos pierden alimento y otros animales, refugio, algunas algas y esponjas marinas un lugar para adherirse. Se acerca a los recolectores, convencido. Sabe que una parte de los problemas de nuestro planeta se podrían solucionar solo con un esfuerzo mayor en la divulgación. Cuide su «kit» playero si quiere seguir disfrutando del mar.
¿Un «pack» sostenible?
Un hombre pasea por La Barceloneta cargado con toda la equipación playera: sombrilla, silla, nevera... Para ésta última los expertos aconsejan materiales que no dañen la naturaleza como por botella termo de acero inoxidable que mantiene los líquidos frescos durante 24 horas.
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