Diseño de moda

Teresa Helbig: «Somos los ninjas de la moda, lentos pero seguros»

Foto: MIQUEL GONZALEZ/shooting
Foto: MIQUEL GONZALEZ/shootinglarazon

Sorprendentemente, a Teresa Helbig no le han hecho ninguna OPA para vender su valiosa firma. Lo que hace esta menuda mujer, que siempre sonríe y se crece ante una seda o una gasa, se llama arte con el que cubrir el cuerpo. Por ejemplo, 7.500 pequeñas tachuelas llevaba uno de los vestidos de su colección «Swans». Para otra, llamada «Flappers», toda de pedrería bordada sobre tul, algunas piezas les llevaron a ella y a su equipo hasta doce semanas de trabajo. Con el tiempo Helbig ha aprendido que los trajes más complejos son los que primero se venden porque las mujeres con posibilidades buscan el lujo, y con su ropa no quieren decir que les sobra el dinero, sino que saben que una buena urdimbre es el secreto del éxito. En su guerra contra la ostentación, Helbig es la mejor arma de seducción masiva.

Solo hace ropa de mujer, ¿y la cuota masculina para cuándo?

Los maridos de algunas clientas me piden ropa para ellos. Y ahora con el diseño de los uniformes de Iberia ya hemos dado el primer paso porque haremos trajes, anorak, bolsos, guantes y abrigos para hombre, pero no tenemos previsto abrir esa línea en términos generales. Alguna vez he confeccionado algo muy puntual para tres buenos clientes, dos españoles y un mexicano, a los que les he hecho un esmoquin o un traje más especial.

¿A usted es imposible que la imite Zara?

Hombre, pueden hacer lo que quieran, aunque no les interesa lo que yo hago por una cuestión de costes. Ellos están en otra guerra, es un modelo de negocio diferente. Inditex es poderoso y nosotros no somos nada.

¿Cuántas novias se le han divorciado?

Alguna, siempre decimos que el vestido te durará para toda la vida, pero al marido no lo podemos garantizar. Aunque enseguida me sale la vena catalana y pienso que es la ocasión para hacerse otro, o para las segundas nupcias. Una vez tuvimos una clienta que se casó tres veces con el mismo marido pero con tres trajes distintos. Yo misma, con Chema, lo celebré tres veces, tanto que ya estaba aburrida de mí misma.

¿Sigue vistiendo a las princesa árabes? ¿Cómo son de caprichosas?

Sí, seguimos vistiéndolas. Más que caprichosas diría que tienen mucho poder adquisitivo y tienen lo que quieren, compran lo que les gusta, que, curiosamente, no es lo más caro, ni tampoco lo que más brilla.

¿Qué quedó de su sueño de ser bailarina de cabaret?

A mí eso de la pluma y el tacón cuadradito con mucho brillante me hubiera encantado, pero ya no me da el cuerpo.

Diseñó para el Ballet Nacional, ¿es más de sardanas, de sevillanas o de jotas?

Realmente lo que me gusta es el flamenco. No soy de bailes regionales, no me ponen. Diseñar un vestuario para el Ballet Nacional de España fue maravilloso, pero ahí se quedó, en una colaboración puntual. Lo mío es más el cabaret, aunque tampoco me importaría diseñar un vestuario para un ballet clásico.

¿Con tanto éxito le tiemblan las piernas, se lo cree?

No, qué va, es muy gracioso porque Teresa Helbig es como si no fuera yo. Todo el mundo me llama La Helbig, en cambio «Teresa Helbig» es la marca por la que el equipo lucha. Gracias a que todo ha sucedido tan lentamente lo que hemos conseguido lo hemos asimilado bien. Somos los ninjas del grupo de la moda: lentos, pero seguros.

¿Lo contrario al caso de éxito súbito de Palomo Spain?

Qué pasada lo de Palomo. Me gusta muchísimo que a la gente le vaya bien. Es como increíble, es la novedad y lo hace muy bien. Sí, su carrera es súper rápida y debe de estar alucinado con lo que le está ocurriendo. No es nuestro caso, nosotros vamos poco a poco.

¿Cómo han llegado las estilistas de las estrellas estadounidenses a su marca?

Por un «showroom» que tenemos en Los Ángeles al que fueron las estilistas de Hollywood y les gustó nuestra ropa. Además, la edición americana de «Vogue» sacó varios trajes nuestros. De hecho, nos los encargan pero nunca sé quién se los pondrá, me entero cuando veo las fotos. Una vez vestimos a Gwen Stefany cuando fue a «The Ellen DeGeneres Show» y fue un pelotazo, llevaba el traje «Princesa pokera. Viva el vicio» porque presentaba un «show» en Las Vegas y nuestro traje llevaba cartas de póquer. Me enteré cuando lo vi en las redes.

¿Y quién se lo adapta?

Nunca hemos tenido que arreglar nada porque a las actrices todo les va bien. Mi ropa es difícil de arreglar, por eso siempre preferimos hacerlo en nuestro taller.

¿Lo mismo le ocurrió con Doña Letizia?

Exacto, yo ni lo sabía, ni tampoco cuándo se lo pondría porque lo compró un año antes de lucirlo. Fue una sorpresa vérselo puesto.

¿Cuándo se entero?

Por medio de una clienta que vive en Nueva York, que está muy informada, y me avisó. Fue súper rápida, lo supo antes que la Prensa de aquí.

¿Qué vestido más arriesgado, no?

Eso no lo sé. No sé por qué tanto revuelo. Yo no entiendo de protocolo, pero me pareció que estaba espectacular y aunque no fuera mío también me habría parecido estupenda. La Reina tiene cuerpo, juventud, cara y actitud. A veces las mujeres somos nuestras propias enemigas.

¿Quizá las críticas venían porque era muy corto?

Pero yo no le veo tanta gravedad, ella tiene piernas para llevarlo y defenderlo. Tiene tipazo.

¿Tiene algún Helbig más?

En estos momentos, no.

¿Quizá después de la experiencia no quiera repetir?

Espero que sí vuelva a confiar en nosotros. Se la criticó socialmente, pero en las revistas especializadas de moda la encontraron espectacular con esa silueta suelta estilo «flapper».

¿Le hicieron descuento?

No creo, pero tampoco lo sé porque eso no lo negocio yo. Sí sabía que era para ella, pero solo nos dieron las medidas y no tuvimos que retocarlo nada al ser una silueta suelta y tener ella unas medidas estupendas.

¿Qué se siente saber que 6.500 personas llevarán los uniformes de Iberia diseñados por usted?

Nosotros no los vamos a producir, de eso se encargará El Corte Inglés, pero saber que nuestra marca estará alrededor del mundo todos los días es emocionante. Hemos vivido con pasión el proceso de realizar estos uniformes.

¿Y el «catañol», la fusión del catalán y el español, cómo la lleva?

Esa asignatura la llevo bien. Me hace ilusión no identificarme con nada y ser de todas las partes, mi propia familia es un ejemplo de respeto, de tolerancia y de apertura de mente. Siempre busco que tengamos proyección internacional.

¿Diseña su maleta?

Hay un proyecto para hacer una maleta porque la idea es que venderíamos piezas online y las meteríamos en la maleta. Tendríamos maleta de verano, de invierno y de primavera.

¿Qué le hace meterse en esos líos de crear una tela en doce días? Así no hay Zara que la copie

La verdad es que a Zara se lo pongo muy difícil (risas). Cuando creamos la colección no pienso en el coste sino en la emoción, y eso es lo que nos diferencia. Hay tanta ropa que no necesitamos, tanta cosa rápida, que hemos encontrado nuestro espacio; de ahí salen las locuras. Son trajes exclusivos: nuestros tejidos no los encontrarás en ningún sitio porque los hemos creado nosotros a base de paciencia, horas y maestría.

¿Qué lleva en la maleta?

En la de Helbig no falta nunca un buen contorno de ojos, imprescindible para mantener el rostro fresco cuando se trabaja y se viaja tanto como lo hace ella. Por otra parte, la diseñadora asegura que aunque se vaya unos días a la playa, nunca lleva consigo un trikini, pues se trata de un tipo de bañador que no utiliza.