
Ibiza
Charo Ruiz: «Saco mi energía de la propia Ibiza»
Su firma es referencia a nivel mundial y su espíritu es el de cualquier joven que se quiere comer el mundo un día tras otro. Y, además, no hay nada que pueda con ella

Su firma es referencia a nivel mundial y su espíritu es el de cualquier joven que se quiere comer el mundo un día tras otro. Y, además, no hay nada que pueda con ella.
Escribo sobre Charo Ruiz y tengo la sensación de que lo hago un poco sobre mí misma. Permítanme presumir, es una de mis mejores amigas. Nos separan más de quince años, pero siempre he pensado que ella es más joven que yo. O al menos más capaz de vivir la vida con la emoción que se requiere. Nos conocimos hace un cuarto de siglo y entonces no era la diseñadora internacional de moda Ad Lib más reconocida del mundo, como ahora, pero ya era una mujer excepcional. Una modelo, nacida en un pueblecito de Sevilla y reciclada –tras enamorarse en Barcelona–, primero, en vendedora de ropa de mercadillo en Ibiza; luego, en creadora de la marca IBZ; y, finalmente, en admirada diseñadora de la firma que lleva su nombre.
Desde ese momento, hace casi veinte años, Ruiz (charoruiz.com) vive entre puntillas y guipures y hasta viste a las novias con la libertad de la moda de Ibiza. Me encuentro con ella en esa isla, que es la suya desde hace tanto, y comparto, antes de esta entrevista, mesa redonda sobre la tradición y la moda local, donde pasamos de los refajos a las transparencias. Luego, hacemos balance: «Nosotras, las de entonces, ¿ya no somos las mismas?», le pregunto a Charo parafraseando a Neruda. «Afortunadamente no. Hemos evolucionado muchísimo. Ahora nos exigimos y trabajamos más, pero creo que hacemos las cosas mucho mejor». Siempre habla en plural por la gente de su taller, que es casi de la familia, y por sus hijos, que también están en la empresa: «Me encanta que estén conmigo, tenerlos alrededor. Y me gusta mantener mi equipo. No cambiar. Las modistas que tengo trabajan conmigo desde hace muchísimos años. Ya empezaron con sus madres. Es muy difícil encontrar gente que cosa como ellas y que realicen el trabajo delicado que hacemos en Charo Ruiz. Mi equipo está muy bien conmigo y yo con él. Y eso es muy importante para el negocio».
Mar e independencia
Una empresa muy seria, pero muy ibicenca, como la propia Charo, que ya es de la isla, pese a haber nacido en Marchena. «Mi pueblo es muy de secano, ¿sabes? De esos andaluces con tierra un poco árida. Cuando yo vi por primera vez el mar –que no fue en Ibiza– me fascinó. Y el de aquí me da la vida. Si estoy deprimida me voy sola a Cap des Falcó y me quedo ahí contemplándolo... A la media hora ya soy otra persona, recupero la energía. Creo que si siempre sentí que Ibiza era mi casa es porque es de la propia Ibiza de donde saco mi energía... Y luego, también porque me gusta mucho el carácter de esta tierra, hay personas muy tranquilas e independientes que no se meten en la vida de nadie. Si te dan su amistad es para siempre, pero respetando la privacidad de cada cual. No pasa en todas partes».
Hablaba Charo de su energía y doy fe de que es sorprendente. Se trata de una persona luminosa, que siempre ve el lado positivo de las cosas. Incluso cuando parece que no lo hay. Hace bien poco tuvo un cáncer. Y no conozco a nadie que lo haya superado con tanta alegría de vivir. «Cuando el médico me dijo que tenía uno de mama y que era serio pensé: “Bueno. Me ha tocado. Habrá que ver cómo puedo salir de esta”. Recuerdo que estuve tres días triste, pensando que me podía morir. Pero cuando pasaron, me dispuse a tirar para delante. Debo reconocer que tuve mis pequeñas diferencias con mi oncólogo porque yo quería buscar tratamientos alternativos, hasta que me dijo: “Charo, tú puedes hacer lo que te de la gana, pero si lo haces te doy cinco añxos de vida. A los cinco años estás en el cajón’’. Me dijo que era un cáncer común y operable y que se curaba con tratamiento, pero que, sin él, no pasaría de ese tiempo. Y bueno, lo hice, después del susto que me llevé. Mi temor era –y fue lo que pasó– que antes del tratamiento aún no me sentía enferma y que en el momento de hacérmelo lo fui. No podía dar un paso, estaba agotada..., pero nunca pensé que me iba a morir. Además, tuve la suerte de poder irme a casa de mi madre, que ya estaba muy mayor –murió hace muy poco– y recuerdo ese periodo con ella con gran alegría y con el convencimiento de que saldría adelante».
Y salió adelante, claro. Poco a poco empezó a ser la de siempre. A andar diez metros, luego veinte, treinta... A correr de aquí para allá, como sigue haciendo ahora. Aunque corriendo, tal vez, de otra manera: «Cuando me pasó aquello no dejé de trabajar del todo porque yo diseño y mi equipo me necesitaba; pero dejé de sobresaltarme por todo y me fui dando mi tiempo. Pero no sólo cuando estaba mal, sino más aún cuando me iba recuperando. De pronto, todo me resbalaba. ¿Que va a llover? Pues que llueva. ¿Qué no hay dinero? Pues ya vendrá. Fue un periodo realmente alegre interiormente».
Esa etapa de «feliz pasotismo» como lo describe Charo, pasó. Y aunque ella siempre ha sido un poco pasota por naturaleza y sabe afrontar los problemas sin hundirse en ellos, ahora –y a pesar de que su firma vive su mejor momento y sus diseños se celebran en sus propias tiendas, en muchas otras de España y del mundo, y los visten las «celebrities» (desde Elle McPherson a Cristina Pedroche pasando por otras)– está preocupada, como todos, por la crisis y por la política: «Me parece una vergüenza lo que está pasando en España. Para mí, son niños que quieren llevarse cada uno el mejor trozo de pastel a casa. No piensan en el país y eso no se puede tolerar. Y no sé cómo podemos hacer para cambiarlo. Me resulta bastante decepcionante pensar que ni votando lo conseguimos, porque ellos no tienen ganas de ponerse de acuerdo».
Le pido que abandone la realidad y que se entregue a los sueños, si es que le queda alguno por cumplir, porque ella, pasito a pasito, los ha conseguido todos. «Pues mira, acabo de vender mi casa, que me ha costado mucho, pero lo he hecho porque tengo el sueño de construir en un terreno tres adosadas para estar con mis hijos y mis nietos. Y mi asignatura pendiente es el inglés, aunque yo que sé, igual más adelante me pongo a estudiar una carrera. Tengo tantas cosas por aprender que obviamente lo que me van a faltar son años para poder hacerlo».
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