Andalucía
Ahorro o filantropía
Al final, después de todas las quejas del mundo y una colección de artículos críticos con los que se podría empapelar un edificio, hay que mamar con el sistema público de sanidad. Un monstruo administrativo con las disfunciones propias de su elefantiasis, de acuerdo, pero sobre todo y antes que eso, una tupida red de centros vanguardistas en la que profesionales de excelente capacitación atienden sin distinción de ningún tipo a una población parecida en número a la de Portugal. Un querido amigo pasa por un trance complicado que requería, ayer lo operaron con éxito, una delicada intervención quirúrgica. Nadie escatima con la propia salud y él, que además se lo puede permitir, acudió a un centro privado para acelerar el proceso de evaluación y diagnosis, ya que son trámites menos ágiles en los hospitales gigantescos de la Junta. El veredicto fue severo y el consejo, taxativo: «Vete al Virgen del Rocío», que posee un servicio de referencia en lo suyo sin nada que envidiar a las carísimas clínicas para millonarios de Navarra o Texas. «Allí es mejor la hotelería. El nivel médico es idéntico», confirma un cirujano con muchos trienios de quirófano (en varios países y en distintas comunidades autónomas) a sus espaldas. Esto ocurre justo en la semana en la que una panda de retrasados mentales, vaya por Dios, cuestiona las donaciones millonarias de Amancio Ortega a la sanidad pública andaluza. «La única forma de mantener, e introducirle las muchas mejoras que todavía necesita, este sistema sanitario es inyectándole un montón de dinero –continúa nuestro doctor devenido en informador de cabecera– y al paciente, créeme, le da lo mismo si lo entrega un filántropo o lo sacan de lo que se ahorrarían si cerrasen Canal Sur o despidiesen a todos los asesores, que también son otras opciones».
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