Cine
Cienfuegos: «Que los cineastas quieran venir es síntoma de buena salud del festival»
El director avala la identidad propia en días de «convivencia, sin obsesionarse con hallar una obra maestra»
El Festival de Cine Europeo de Sevilla comienza el 3 de noviembre y en las oficinas del Teatro Alameda se trabaja a destajo, sin mirar el reloj, para que todo esté listo. En la trastienda de un evento como éste se subsanan contratiempos de todo tipo, pero no por habituales dejan de ser estresantes. José Luis Cienfuegos, su director, cumple ya cinco años en el cargo. En su mesa de trabajo se apilan documentos y dossieres, un caos ordenado donde se maneja bien. Aún no ha empezado lo bueno, entonces directamente vivirá en el teatro.
–¿Cuál le gustaría que fuese la imagen exterior del festival y cuál la que ofrece hoy tras catorce ediciones?
–Hacemos una defensa clara de un determinado cine europeo, hay apuesta clara de contenidos. La imagen que tiene Sevilla es la de un festival muy vivo que está programado, detrás hay un criterio, equivocado o no, y una línea de programación que se ha hecho fuerte y los espectadores lo tienen claro. No solo los de Sevilla, también fuera.
–¿Se ha creado una identidad?
-Sí, Sevilla tiene una fortaleza en los contenidos que se transmite. Posiblemente no sea el festival ideal, pero dentro de la coherencia que ha de tener un festival intentamos tener un equilibrio: películas esperadas y apuestas; películas para un público amplio y películas exigentes; combinación de cineastas veteranos y nuevos realizadores; propuestas abiertas con otras más radicales... Este año además con algunos eventos o galas espectaculares como la premier mundial de «Oro». Son nueve días de convivencia con directores muy diferentes. Y ellos vienen a Sevilla porque se encuentran muy a gusto en el propio ecosistema del festival.
–Hace unos años llegó a decir que Sevilla jugaba la «Champions» de los festivales...
–Soy absolutamente contrario a las clasificaciones y seguro que sería una respuesta forzada. Hablar de ranking se acaba volviendo en tu contra. Donde de verdad se refleja el momento de un festival es en los contenidos y los cineastas que vienen. Que el 90% quieran venir a presentar sus películas es el mejor síntoma de su buena salud.
–Número de espectadores, recaudación, crecimiento respecto al año anterior... Al final todo se reduce a números.
–Muchas veces se nos pide una carrera desenfrenada y loca hacia más, más y más. En Sevilla, ese crecimiento nos sirve a nosotros para afianzar el festival. Lo que no se puede hacer, y ha ocurrido en nuestro país, es hablar de récord de espectadores y que luego las cifras de recaudación no se correspondan. Cuando realizamos la solicitud de subvenciones siempre respondemos a «qué se espera para este año» y siempre colocamos exactamente el mismo número que el año anterior. No gusta ser prudentes con las expectativas. Crecer cada vez es más complicado porque los públicos han cambiado. La edad media de los espectadores está creciendo. Ya no sobrevivimos con el espectador universitario. Pero ¡atención, no perdamos a los espectadores jóvenes! Por eso planteamos estrategias para acercarnos a explicar en la calle con mediadores qué es el festival.
–El público se lo piensa...
–Lo entiendo. Del 80% de las doscientas y pico películas no se ha visto nada en España, el público apenas tiene referencias. A muchos les puede la prudencia, es un terreno desconocido, pero un festival es también una aventura. Son días de convivencia, sin obsesionarse con encontrar la obra maestra. Eso lo estamos consiguiendo. Es un público al que le gusta el cine de autor y tener al cineasta defendiendo la película, poder hablar con él y decirle ‘tu película me ha parecido un coñazo’. Esa retroalimentación me parece muy sana.
–Ahí es donde aprenden las dos partes.
–Justamente es lo que ocurre y para eso estamos los festivales.
–¿Ha superado Sevilla su imagen más rancia?
–Llevo aquí desde 2012, más de cinco años viviendo en Sevilla. La gran sorpresa fue descubrir la enorme riqueza, variedad y contundencia de la oferta cultural de Sevilla a todos los niveles. Es una ciudad mucho más abierta de lo que los propios sevillanos piensan.
–Ahora es noticia incluso por rodajes porno en la calle...
–Ha sido una noticia divertida... Eso sí que es cine de guerrilla de verdad. Pero la película no se verá en el festival (risas).
–En cualquier caso, Sevilla puede presumir de ser sede de multitud de rodajes...
-En Andalucía hay todo un entramado del audiovisual. Eso sí que es un modelo para el resto del país.
–Tras superar una etapa de crisis, precios elevados, ¿por dónde debe tirar el cine?
–La competencia es dura. Hablamos antes de bajar a la calle y explicar el festival. Hablo de las plataformas digitales, ese lugar común de que el mejor cine se encuentra en la televisión, todo el mundo lo ha asumido con sumisión. Es en los festivales donde tenemos que hacernos fuertes y transmitir y defender el cine de autor.
–¿Y el boom de la series?
–No reniego, pero los festivales tenemos una labor fundamental. Si no, estamos abocados a la destrucción. Eso acabaría limitando todo y mediatizando el lenguaje audiovisual: tipo de películas, duraciones, tipo de producción... Si damos el brazo a torcer y dejamos que nos arrollen, el cine de autor está muerto. Tenemos que ser resistentes.
–¿Qué va a llamar la atención?
–La sorpresa va a ser que hay bastantes películas que hablan sobre la juventud. Por una parte, la desarraigada y por otra, la acomodada con ciertas dudas existenciales. Muchas películas con jóvenes, no para jóvenes.
–Cuando pasen esos nueve días frenéticos, ¿con qué se conformaría?
–Nos gusta ser autocríticos más allá de las cifras, informes y ver qué se puede mejorar. El objetivo es hacer un buen festival: cumplir horarios, invitados bien tratados... Un complejo puzzle para que todo fluya.
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