Huelva
Cierre de filas en la Junta, mirada de reojo en Ferraz
PP y Ciudadanos rechazan «fantasmas» y defienden que el nuevo escenario «no influye» en el Gobierno andaluz
PP y Ciudadanos rechazan «fantasmas» y defienden que el nuevo escenario «no influye» en el Gobierno andaluz
El clásico bipartidismo cae al 51,4% en Andalucía –13,3 puntos menos que en junio de 2016, con una pérdida de casi 405.000 votos– y queda bajo la lupa demoscópica tras el 28A, por diversos motivos. Unos por el fracaso sin paliativos y sobrepasado de lamentaciones desde Génova; otros por un éxito sobrevenido que plantea cuestiones con mar de fondo. El Gobierno andaluz cierra filas a pesar del «sorpasso» de Cs en la comunidad y Ferraz mira de reojo a Susana Díaz, todavía «enemiga» necesaria al menos hasta que las próximas elecciones municipales y europeas confirmen la ruta.
El PP, Cs y Vox, que unieron sus votos para elegir al popular Juanma Moreno presidente de la Junta tras el 2D, perderían su mayoría parlamentaria con los resultados de las generales y el PSOE tendría nueve diputados más en el Parlamento. Aplicando la ley d’Hondt en las ocho circunscripciones andaluzas con los resultados de las generales, el PSOE obtendría 42 escaños de los 109 del Parlamento, frente a los 33 que tiene ahora, mientras el PP perdería 7 de sus 26 escaños y se quedaría en 19. Cs, que en las generales ha superado al PP en votos –unos 23.000 más– perdería un diputado en la Cámara andaluza aunque superaría al PP en uno y se quedaría con 20. Adelante Andalucía –Podemos e IU– perdería dos diputados y se quedaría en 17, mientras Vox aumentaría uno y llegaría a 13. Con esta traslación de resultados, los 59 diputados que suman el PP, Cs y Vox y que sirvieron para elegir a Moreno presidente de la Junta, se reducirían a 52, cuando la mayoría absoluta es de 55, y la suma del PSOE y Adelante Andalucía llegaría a 57 diputados.
Juanma Moreno ha felicitado a Pedro Sánchez y le desea «acierto» para formar Gobierno. El presidente andaluz se comprometió a «redoblar esfuerzos para hacer buena la confianza» de los andaluces. Moreno ha tratado de desmarcarse de la foto de la derrota. Tras el recuento, directamente no apareció. En realidad, pese a la buena relación y el abordaje de la campaña andaluza por parte del aparato de Génova, la primera decisión de Moreno, sorayista de cuna, respecto a su partido fue poner un cordón sanitario, sin acatar en la práctica cualquier imposición nacional. La mayor concesión, en parte, fue la portavocía del Grupo Popular en el Parlamento para el cospedalista José Antonio Nieto. El organigrama de Gobierno siguió la premisa básica, según fuentes cercanas a los populares, de poner a alguien que domine las cifras en Hacienda –primero Alberto García Varela y tras su dimisión por enfermedad, Juan Bravo– y dibujar un Ejecutivo extremadamente político liderado por Elías Bendodo como hombre fuerte. Los resultados del PP-A en las autonómicas no fueron buenos pero posibilitaron, con la irrupción de Vox, alcanzar la Junta. Así, desde la calle San Fernando se entiende la derrota en las generales ajena a la gestión en la Junta y demérito, en todo caso, de las decisiones de Casado, quien ha hecho y deshecho, imponiendo, por ejemplo, a Juan José Cortés como número 1 por Huelva. La número 2 del PP-A, Loles López, ya ha señalado que el resultado no afecta a la estabilidad: «Hay un Gobierno sólido». El vicepresidente andaluz y líder de Cs, Juan Marín, radiante como secundario, lo ratificó. El resultado «no influye» y el «Gobierno andaluz» es «el mismo». «Quien quiera plantear fantasmas, que se vaya olvidando», dijo. Así, el PP sigue marcando la estrategia y Cs permanece en segundo plano. El primer Consejo de Gobierno tras el 28A, con cariz de sordina, informará sobre el contenido de las auditorías a las agencias públicas.
El espejo valenciano
Ximo Puig se hizo un Griñán a la inversa en la Comunidad Valenciana –el presidente andaluz rehusó hacer coincidir los comicios con las generales del cataclismo posterior a Zapatero y atrasó la cita; el valenciano ha optado por el adelanto para la coincidencia– y ha ganado las elecciones. En Ferraz se cuestiona, ahora con el peso de las cifras, qué hubiera pasado si Susana Díaz hubiera optado por elecciones conjuntas. En apenas cinco meses, el PSOE ha logrado medio millón más de votos en Andalucía. En el Federal, directamente, se plantea que Susana Díaz resta como candidata. Los socialistas andaluces niegan la mayor. «A mí nadie me está planteando esto. La campaña en Andalucía la ha liderado Susana Díaz», señaló el secretario de Organización andaluz Juan Cornejo. «De no haberse producido la pérdida de la Junta y la llegada del Gobierno de PP y Cs con Vox, no se habría producido la gran movilización del 28A. Hemos contribuido para que no ocurriera lo mismo, como Pedro Sánchez no se ha cansado de repetir», añadió Cornejo. Susana Díaz aseguró que lograría medio millón más de votos y que doblaría al PP y su vaticinio se ha cumplido, ayudada por la campaña de «Pedro (Sánchez) o el lobo» de Vox. Enfocada como una reválida de las andaluzas, el PSOE pasó de 1.010.899 votos (27,94%) a 1.563.828 sufragios (34,23%). En total, una diferencia de casi 553.000 votos, un incremento del 54,69%. El PP ha perdido unos 35.000 votos y más de puntos porcentuales (del 20,75 al 17,19%); Cs ha ganado 147.000 votos, aunque en porcentaje pasa del 18,28 al 17,70%. La coalición que forma Adelante Andalucía gana 66.000 votos, aunque en porcentaje baja del 16,19% al 14,25%; y Vox tiene 214.000 votos más, hasta los 611.000 y sube del 10,96 al 13,38%. El temor a la ultraderecha movilizó más al electorado que el rechazo a los pactos del presidente del Gobierno con independentistas y batasunos. El PSOE ha barrido en Andalucía: primera fuerza en el 93,3% de los municipios y primera fuerza en las ocho capitales y en 28 de los 29 municipios de más de 50.000 habitantes, con El Ejido como única excepción, en manos de Vox. Tras la debacle de las andaluzas, Susana Díaz atribuyó el fracaso a la respuesta del electorado, como castigo, por las decisiones de Pedro Sánchez en relación con el conflicto catalán. Los pedristas ironizan: «El electorado castigó a Susana Díaz por las políticas de Sánchez y sin embargo no castiga al presidente del Gobierno por sus propias decisiones».
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