Literatura
Cortines desde el retrovisor
Vandalia publica la obra completa del poeta lebrijano bajo el título «Pasión y Paisaje»
Más de 40 años de poesía de Jacobo Cortines acaba de reunir la Fundación José Manuel Lara en su colección Vandalia bajo el título «Pasión y Paisaje». Un volumen que asume su producción realizada entre 1974 y 2016, en la que está presente todo su universo poético, que se nutre desde las primeras experiencias, casi desconocidas para el lector actual, hasta una adenda final donde explica las claves líricas y biográficas del autor. Así lo expresó el editor Ignacio Garmendia en la presentación de la recopilación que tuvo lugar ayer en Madrid con la presencia del propio Cortines y Andrés Trapiello. Este apéndice explicativo acerca al lector de «Pasión y paisaje» a un espacio íntimo en el que se conoce hasta el fondo «la cocina» de su sensibilidad.
Cortines (Lebrija, 1946), que dirige esta colección, abre el libro con un interesante prólogo que es a la vez una declaración de intenciones y un ejercicio retrospectivo sobre su obra y su vida. Así, en estas páginas aclaratorias, el poeta niño tiene que elegir entre la música, la pintura y la poesía a lo largo de un camino estético nada fácil que cristaliza ya en su primer libro de finales de los años 70. No se trata de un punto y final, sino de una parada en el camino para continuar la exploración de nuevos territorios. Al menos así lo entiende Trapiello, que cree que «es un libro que anuncia algo nuevo» y lo hace desde la perspectiva del amigo y el poeta que le ha acompañado a lo largo de cuatro décadas. Un periodo compartido como miembro de una generación poética que quiso romper con la anterior pero de una manera nada belicosa, complementaria a los Novísimos y al Grupo Poético del 50. Una actitud sustentada sobre la base de compartir y mantener los «referentes, maestros y el gusto por las mismas cosas que entonces». Una unicidad que discurre en la obra de Cortines, siempre mirando a los clásicos, con una forma elegante y diáfana pero manteniendo una postura actual. Se busca a Petrarca, a Garcilaso hasta alcanzar un tono de hoy, una experiencia real, auténtica, pues «los poetas verdaderos sustentan lo que dicen en la vida», explica Trapiello.
Una situación juanramoniana donde la existencia va de la mano de los versos, en la que hay camino para el dolor, la placidez, la soledad o la introspección. El poeta bascula entra la víscera de la experiencia humana y la distancia del paisaje, que se hace reflejo de sus estados de ánimo en una «dicción clásica» distinta de la de otros compañeros de generación como Eloy Sánchez Rosillo, Jon Juaristi o Abelardo Linares. Conforme se avanza en las páginas, se aprecia que estamos ante un poeta de largos periodos de silencio, lagunas de 10 o 13 años en las que se fraguan los poemas hasta dar con la perfección deseada, pues aparecen como una pequeña pieza de orfebrería en la que resplandece una forma precisa basada en la constante angustia y dolor de la creación. Dichos periodos los comparó y justificó el propio autor con sus traducciones de la obra de Petrarca en las que se podía llevar un mes asido a un verso hasta dar con el verdadero sentido de la expresión. Un gusto por la excelencia constante que tiene mucho que ver con su vocación musical, por dotar a los poemas de una estructura que se pueda sobreponer casi sobre un pentagrama.
En este «Pasión y Paisaje» afloran las edades de un escritor, académico y profesor universitario, sus pulsiones humanas y los miedos ante el ejercicio poético. Un mecanismo a medio camino entre la agonía y el deleite estilístico, que nace desde lo primigenio. Para Cortines, el proceso arranca con la primera de las ideas, «pues la poesía hay que escribirla primero en la cabeza». El volumen permite conocer su figura como lector, acercarse hasta los autores que le han influido y a una trayectoria que muestra una importante presencia el simbolismo junto con los clásicos. Se oye un eco romano en sus poemas que se transforma al pasar por Francia e Italia, por el uso del endecasílabo, los versos preñados de una intimidad musical en los que aparece el campo andaluz y la sencilla soledad sevillana.
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