Sevilla
De Jong libera a Lopetegui
Un gol del holandés da al Sevilla un triunfo que mereció pero que se resistía por la mala puntería de los puntas elegidos por el vasco frente al Levante
Un gol del holandés da al Sevilla un triunfo que mereció pero que se resistía por la mala puntería de los puntas elegidos por el vasco
Cuando trate de explicarle a un lego qué es una «victoria trabajada», recurra a la conseguida anoche ante el Levante por el Sevilla, que dominó el encuentro a placer pero sufrió hasta el minuto 86, momento en el que Luuk De Jong, el vituperadísimo ariete predilecto de Lopetegui, cabeceó a la red un centro de Jesús Navas, que cada día que pasa juega mejor y con más intensidad.
Queden como queden los partidos, termine la temporada como termine, es innegable que el problema más palmario de este Sevilla es el gol. Concretamente, la mala relación con el gol que tienen sus delanteros, un defecto que a la postre costará caro, sobre todo en los días «señalaítos». La prueba fue el cuarto de hora previo al descanso cuando, liberado Banega de la presión valenciana y en pleno vuelo Jesíus Navas, media docena de centros del palaciego se quedaron sin rematador. El menudo Chicharito había suplido en el once al grandote De Jong, pero el resultado era idéntico.
El único sevillista que comprometió a Aitor Fernández en el primer periodo fue Reguilón, cuyo entendimiento con Nolito es la razón por la que el sanluqueño reincide en las alineaciones de Lopetegui, que apareció en el segundo palo para empalmar un centro pasado y se topó con la mano del portero.
Con el Levante cada vez más aculado aunque amenazante en las salidas, la añoranza de un goleador crecía a medida que el reloj avanzaba. Todos los balones potables le caían a Nolito, que no estaba lo se dice inspirado. Lopetegui refrescó con Óliver a un centro del campo que perdía fuelle y se encomendó de nuevo a De Jong para doblar la punta con Chicharito. Nada más entrar, el holandés cabeceó a puerta vacía a metro de la raya y la mandó alta. Lo esperado. En la siguiente acometida, el mexicano se ganó el banquillazo al malograr con un toque de interior nada sutil un pase maravilloso de Óliver. Su sustituto fue el Mudo Vázquez, que también tuvo un remate franco nada más salir, al enésimo centro de Navas, y también lo tiró fuera.
La liberación llegó en la siguiente subida del palaciego. Se liberó el equipo, que merecía marcar, y se liberó sobre todo De Jong, que acertó a embocar con la testa un regalo de su capitán y rompió, a la novena jornada, la maldición que parecía perseguirlo. Que sea el primero de muchos, chaval.
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