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Diego de Olmedilla: «En el primer mundo no sabemos los que es el hambre»

Planta cara a la gordura consentida con su libro «Método Thinking»

«Uno está gordo porque quiere, es algo mental, y dejar de estarlo también depende de uno mismo»
«Uno está gordo porque quiere, es algo mental, y dejar de estarlo también depende de uno mismo»larazon

SEVILLa – Diego de Olmedilla se cansó de estar gordo y ahora promueve el «Método Thinking» (Espasa), una guía para estar sanos y contentos con el cuerpo.

–¿Hay que estar delgado obligatoriamente?

–La verdad es que sin equilibrios no tiene ningún sentido. Si no está acompañado por sensatez no tiene razón de ser. Lo cierto, es que lo que no tiene razón de ser es la gordura o la obesidad, porque no hay cuerpo gordo que esté sano.

–Lo del gordito feliz entonces es falso, al igual que aquello de que la sociedad no nos impone estar delgados.

–La verdad es que la sociedad nos impone los cuerpos Danone, pero no existe el gordito feliz. Si alguien lo asegura que me lo diga a la cara, porque yo durante muchos años estuve gordo y nunca fui feliz a pesar de que tenía una máscara que me hacía aceptarme a mi mismo.

–¿Qué hay más cuerpos Danone o más mentes de Petit Suisse?

–(Risas) No sé qué decir, pero la respuesta fácil es decir que cada vez hay más mentes mezquinas. Sí es cierto que la sociedad en la que vivimos nos ofrece una comida con aspecto irresistible, con unos olores atrayentes y eso nos hace que tengamos cada vez unas mentes más estrechas fruto del engaño. No soy partidario del cuerpo Danone, sino del equilibrio.

–A lo mejor lo que necesitamos no son dietistas sino psicólogos.

–Totalmente, la solución no está en el estómago, porque las dietas ofrecen alternativas parciales. De hecho, las dietas son muchas veces causas de estos problemas. El problema no está en la cabeza, por eso no hay pastilla para ese deseo que nos hace comer mal.

–En su libro iguala los términos harina y heroína. ¿Tienen ya preparada la demanda el gremio de panaderos?

–(Risas) Sólo hablo de la casualidad entre ambos términos, aunque sí es cierto que la harina y sus derivados, cuando entran en el cuerpo, liberan de alguna manera las famosos hormonas de la felicidad. Cuando se liberan de manera exógena el cuerpo se vuelve vago y pide esa liberación de hormonas, que es el mismo proceso que sufre un drogadicto.

–¿Ante las dietas milagro se declara agnóstico?

–No, me declaro revolucionario, porque las he hecho todas. El sobrepeso no es causa de la mala suerte o de una decisión genética, son causas de una decisión personal. Uno está gordo porque quiere y dejar de estarlo también.

–¿Qué es más caro comer mal o comer bien?

–Comer mal sale mucho más caro, aunque esto puede llevar al error. Si te fijas, las personas con menor poder adquisitivo suelen estar más gordas, porque es más fácil acceder a un bollo que a una ensalada de lechuga tomate o zanahoria. –¿En el mundo occidental qué hay más hambre o apetito?

–En el primer mundo no sabemos lo que es el hambre, más allá de las situaciones que se dan con la crisis económica. Yo no he pasado hambre en mi vida, pero he creído tenerla. El hambre no es selectiva, lo único que pide es satisfacer una necesidad, pero el apetito es selectivo, que es distinto. Sabemos lo que es el capricho.

–En su libro cuenta que de adolescente, su abuelo le puso una profesora particular para que aprobara las matemáticas en septiembre pero suspendió. ¿Es más saludable aprobar las matemáticas o conocer los encantos femeninos?

–(Risas) Eh..., (risas), la verdad es que no sé qué decirte.