Sevilla

El contribuyente tiene un problemón

Casi las primeras palabras públicas, carrusel de besamanos en la prensa amiga aparte, de Juan Manuel Moreno Bonilla como presidente de la Junta de Andalucía han sido «herencia envenenada», expresión que enseguida ha adosado al aumentativo «problemón»: falta pasta, viene a decir. Como el contribuyente pertenece a una ganadería bastante placeada, y estos mismos diestros del PP los torearon con idénticos engaños en 2011, la mente viajó sin transición al término «incumplimiento» en una suerte de reflexión automática, como la escritura de los simbolistas ahítos de kif, que enseguida desembocó en la interjección «la-madre-que-los-parió». Con esa matraca del legado empezó en su momento Cristóbal Montoro, jiennense de origen y diputado por Sevilla, y no paró hasta convertir sus exacciones fiscales en el ejemplo más nítido de comunismo de la historia reciente europea. El vampiro de Cambil no tardó ni un mes en ciscarse en las promesas de rebajas de impuestos con las que su partido conquistó La Moncloa igual que ahora, ay, ya van sus conmilitones aplicando parches dialécticos a la pregonada bonificación del 99% al impuesto de sucesiones. La excusa preventiva como antesala del sablazo. La historia se repite, sí, pero algunos incrementan la máxima marxiana al reponer siempre la misma farsa en bucle. Poco han tardado éstos en darse cuenta de que todo «problemón», por gordo que sea, se mitiga con un tiento a la de Ubrique ajena, sobre todo cuando el frenético ritmo de colocación de asesores apunta a plusmarcas soviéticas. ¡Ni una familia de bien sin su nómina juntera! A ver si la única herencia aquí va a ser la del cortijo de los poderosos, que los de siempre han legado a los de ahora sin tributar los correspondientes derechos reales. Que no está envenenada, sino que es dulce como la miel.