Sin Perdón

Tercer día: Perón tuvo a Evita y Sánchez a Montero

«Es tan triste como lamentable, pero el sanchismo actúa como el peronismo, el chavismo, el castrismo o el sandinismo»

La espera se hace interminable. España está en vilo a la espera de que el caudillo populista nos ilumine con su decisión. Es un dilema difícil. ¿Merecemos los españoles que se siga sacrificando por nosotros? ¿Seremos capaces de coger las riendas de nuestro destino? ¿Estamos preparados para que María Jesús Montero sea presidenta del Gobierno? ¿Puede cogerse un merecido retiro? ¿El líder de la izquierda europea nos puede someter a la orfandad no solo a nosotros sino al resto del mundo? ¿Ha de rendirse ante la máquina del fango de la derecha extrema y la ultraderecha judicial y mediática? Ha aparecido un manifiesto de periodistas, mostrando una vez más su independencia y equidistancia, que le piden que siga. Fue emocionante ver a María Jesús Montero gritando y gesticulando para mostrar su adhesión al líder y mezclándose entre los escasos 12.000 simpatizantes que se reunieron en Ferraz. Perón tuvo a Evita y Sánchez tiene a Montero. Me ha gustado mucho leer al Gran Wyoming pidiendo «Déjennos en paz» donde reflexiona sobre la Justicia y el Estado de Derecho en un exquisito ejercicio propio de un intelectual pijoprogre que es capaz de eclipsar a Almodóvar. Es uno más de los fervorosos sanchistas que están inquietos ante las preguntas que me hacía al inicio de este artículo.

En definitiva, estoy muy entretenido en este tercer día de reflexión del líder carismático. Nuestro Tiberio Sempronio Graco contemporáneo que ejerce de tribuno de la plebe frente a la jauría derechista. Lo único que sabemos es que sigue inmerso en sus ejercicios espirituales en La Moncloa y que el aparato del PSOE se ha movilizado para pedirle que no renuncie. Es cierto que casi todos son los mismos que no quisieron que fuera secretario general y que participaron en su defenestración. Por supuesto, su victoria en la moción de censura les abrió los ojos. Con el tiempo han alcanzado la iluminación plena. Nadie quiere perder el rentable abrevadero que tienen a costa de los Presupuestos del Estado. Es curioso, pero los que cuestionaban su doctorado, los negocios de su suegro o su inexperiencia, por citar algunos ejemplos, son los periodistas, los columnistas, los presentadores y los dirigentes socialistas que le prestan su ciego apoyo. Por supuesto, volverán a ser sus más feroces detractores cuando pierda el poder. Nada que nos tenga que sorprender sobre la condición humana.

El sanchismo se sustenta en deslegitimar al adversario, polarizar la sociedad, colonizar y usar las instituciones al servicio del partido, establecer redes clientelares y formar un frente popular. La máquina del fango es algo que ha caracterizado al comunismo desde que comenzó la Revolución Rusa hasta nuestros días, pero es lo mismo que hicieron los jacobinos durante la Francesa. Es siempre el hilo conductor de la actuación política de los radicales de izquierdas. Sánchez tiene la ventaja, como otros populistas, de tener un peso abrumador en los medios de comunicación y entre los periodistas. Una vez más se ha confirmado esa tendencia marcadamente izquierdista que les hace perder cualquier atisbo de objetividad. Los artículos y los editoriales que podemos leer estos días son muy interesantes, porque se reducen en que hay que acabar con la libertad de prensa y la independencia judicial. No se puede criticar a Sánchez, porque lo hace todo bien pero enfrente hay una oposición mezquina que no acepta sus cambios de opinión o mentiras.

Al final, todo se reduce a recuperar la Guerra Civil y reivindicar a los que perdieron, aunque muchos de los que lo hacen vivieron unas vidas muy cómodas en familias de clases medias y altas que no tuvieron ninguna dificultad durante el franquismo o, incluso, se enriquecieron. He de reconocer que tanto pijoprogre y revolucionario de salón me abruma, aunque me molestan en mayor medida las mentiras y las manipulaciones de estos días. El odio de esa izquierda política y mediática es muy inquietante, porque no acepta los elementos fundamentales de una democracia como son la separación de poderes, el Estado de Derecho y una prensa libre. El escuchar o leer a los comunistas y los antisistema como Enrique de Santiago, Errejón y otros dando lecciones es algo aterrador que encontramos en los libros de Historia. No hay más que ver lo que han hecho sus amigos en Iberoamérica o los gobiernos comunistas en Rusia y los Países del Este.

Es una indignidad que asuman las mentiras que rodean esta crisis como algo normal y que su fanático sectarismo les conduzca a aplaudir los intentos de amordazar a la Justicia y la Prensa que no es adicta al sanchismo. Sánchez no puede alegar indefensión cuando controla el aparato del Estado y lo utiliza al servicio de sus intereses partidistas desde el primer día que entró en La Moncloa. No solo los medios materiales, con el aplauso de la Prensa afín, sino de unas cloacas que se han utilizado contra Ayuso. En este caso, las actuales plañideras del sanchismo han mantenido un silencio cómplice. Lo mismo se puede decir de los ataques y las mentiras, incluso en sede parlamentaria, contra Feijóo y su familia. Es tan triste como lamentable, pero el sanchismo actúa como el peronismo, el chavismo, el castrismo o el sandinismo. Es el populismo más descarado y descarnado al servicio de su líder. Hay una corte a su alrededor que le aplaude todas sus actuaciones que está acompañada de unos medios serviles y unos voceros que odian a la oposición. No quieren transparencia, sino arbitrariedad. No quieren la verdad, sino la mentira. No quieren información, sino propaganda. No quieren justicia, sino impunidad. No es solo una máquina del fango, sino de la mentira. Es lógico que griten «No pasarán», porque viven felices sumergidos en la barbarie del lenguaje guerracivilista.

Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).