Elecciones andaluzas

El peligroso camino de las consultas

La Razón
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Izquierda Unida, a su manera, empuja al presidente de la Junta de Andalucía hacia derivas peligrosas. Muchas de ellas han sido reconducidas de manera eficaz hacia posturas más sensatas. Sin embargo, la organización de consultas a los ciudadanos amenaza con enquistarse. Casi a trompicones, Griñán aceptó ayer en el Parlamento explorar este camino. Es una decisión peligrosa. La consulta más decisiva se produce cada vez que se convoca un proceso electoral. Los ciudadanos eligen a sus gobernantes conforme a unas expectativas y a unos programas electorales. El mecanismo más eficaz para evaluarlos se produce cada cuatro años. Nuestro sistema democrático se basa en un modelo representativo y la democracia directa supone un cambio sustancial. En tiempos de crisis, el populismo encuentra su hábitat natural para multiplicarse. Bajo el paraguas de gobernar con el pueblo se arropan regímenes de dudosa solvencia. Griñán citó ayer el Estatuto de Autonomía de Andalucía para justificar esa posibilidad. El texto deja bien claro que, en ningún caso, las competencias de la Administración autonómica incluyen la posibilidad de convocar un referéndum. Se limitan «a encuestas, audiencias públicas, foros de participación y cualquier otro instrumento de consulta popular». Herramientas que no satisfacen las expectativas de IU. «¿A qué temen, al pueblo, a sus opiniones?», argumentó desde su escaño el portavoz de la coalición de izquierdas. El presidente andaluz, con su decisión, ha abierto la puerta de un camino repleto de incertidumbres y trampas morales. No se teme al pueblo, pero sí a la manipulación irresponsable de determinados gobernantes.