Huelva

El Rocío vive sus horas más intensas

Tras la multitudinaria misa que se celebra en la plaza del Real y el rezo del santo rosario a medianoche comienza la cuenta atrás para el salto de la reja y la salida de la Blanca Paloma

Presentación de las hermandades ante la Blanca Paloma
Presentación de las hermandades ante la Blanca Palomalarazon

La aldea del Rocío es hoy un hervidero de fervor y emociones. Atrás quedaron los caminos y las presentaciones de las 119 hermandades filiales de Almonte ante la Blanca Paloma –con la incorporación este año de Cartaya (Huelva) y La Carolina (Jaén)–. Poco a poco los peregrinos se han ido instalando en las casas de hermandad y la romería se dispone ya a vivir sus horas más intensas, las que desembocarán en una nueva procesión de la virgen. La fe y la convivencia se entremezclan en un domingo de Pentecostés lleno de sentimientos y reencuentros. Casi un millón de personas se dan cita en este enclave privilegiado, a las puertas de Doñana, convertido en el epicentro devocional del sur de España.

La Virgen del Rocío recibe a los devotos en el presbiterio del santuario, preparada en su paso para su salida de esta madrugada. Como el año pasado, viste el traje y el manto de los apóstoles o de las hermandades, prendas diseñadas por Joaquín Castilla. También lleva el rostrillo de Muñoz y Pabón. En la ráfaga se intercalan amapolas rojas y espigas verdes, colocadas por José Manuel Vega. Como novedad, luce un broche donado por una familia de Almonte que reproduce la cruz de la espadaña del santuario y la paloma del espíritu santo del retablo mayor, junto a otras joyas.

Los actos se van intensificando conforme avance la jornada. A las 10:00 horas comienza la misa de pentecostés en la plaza del Real, presidida por el obispo de Huelva, José Vilaplana, y concelebrada por los capellanes de las hermandades. Se trata de una celebración religiosa multitudinaria y colorista, puesto que se colocan todos los simpecados e insignias de las hermandades formando un retablo efímero. Una eucaristía al aire libre que resulta solemne, dada la alta participación de fieles, peregrinos y representantes institucionales. Cada año un coro distinto pone música a esta misa. En esta ocasión este privilegio corresponderá a las corales Virgen del Valle, de Hinojos, y Santa María de La Rábida, de Huelva.

Posteriormente, la aldea retoma el trasiego propio de este día cenital. Unos se retiran a descansar a las casas de hermandad. La noche es larga y hay que reponer fuerzas. Otros visitan a familiares y amigos en puntos distintos de la aldea, donde la fiesta, el cante y el baile son los protagonistas. Otros acuden al santuario a rezar las últimas plegarias ante la virgen. Allí, los almonteños ya esperan en las escalinatas al salto de la reja. Llega la tarde y los corazones se aceleran. A las 20:00 horas se celebra la misa de los tamborileros, carreteros y coheteros, colectivos indispensables en la romería. A las 0:00 comienza la cuenta atrás. Empieza el rezo del santo rosario, presidido por el simpecado de la hermandad Matriz, desde la plaza de Doñana. En él participan todos los simpecados e insignias de las hermandades filiales, que van procesionando por las calles de la aldea. Se trata de un acto lleno de fervor y recogimiento, puesto que los fieles van rezando y alumbrando el cortejo con bengalas. En esta ocasión se encarga de la parte musical el coro de la hermandad de La Puebla del Río (Sevilla). La explanada delantera del templo ya se va llenando de un público expectante. Cuando llega el simpecado a este punto las emociones se disparan. A su entrada en el santuario se produce el salto de la reja, una operación que no tiene una hora fijada. El año pasado se produjo a las 3:00 horas. Los almonteños se agarran a las andas de la virgen y es en ese momento cuando empieza la procesión, que resulta masiva y llena de fervor. A la salida del templo la Blanca Paloma acapara toda la atención, con las marismas al fondo y el gentío arremolinado a sus plantas. Luego va visitando la mayoría de las casas de hermandad, que concentran a un gran número de fieles. Las corporaciones que tienen sus sedes más lejos acercan sus simpecados para que los bendiga. Así toda la noche y la mañana del lunes, en la que volverá a posarse en su templo a la espera de una nueva romería.