Sevilla

«Esto es perder la mañana», un homenaje a Younger y a Berlanga

Vista de la sala de la Audiencia de Sevilla, en la jornada en la que terminó de leerse las declaraciones que el ex director de Trabajo Javier Guerrero ha hecho desde 2011 ante la Policía, la Guardia Civil y la jueza Alaya
Vista de la sala de la Audiencia de Sevilla, en la jornada en la que terminó de leerse las declaraciones que el ex director de Trabajo Javier Guerrero ha hecho desde 2011 ante la Policía, la Guardia Civil y la jueza Alayalarazon

Arrendatario de sus palabras y exiliado de sus versiones, Guerrero, al llegar al pasaje sobre el chófer Trujillo –del que dijo que le trató «como a un hijo»– y sus declaraciones sobre el gasto de miles de euros en «cocaína», tras revivir su respuesta –«lo único que me gusta es el Marlboro y me tomo una copa de gin tonic con Beefeater de postre»–, no pudo evitar que se le escapara una risa. La octava sesión del juicio del «caso ERE» coincidía con los 85 años de la protagonista de «Vértigo». No hay excesiva intriga en si Guerrero corroborará su última versión. La cinta de Hitchcock se subtitula «De entre los muertos». De las catacumbas volvían las maratonianas declaraciones ante Alaya. Hasta que el letrado de Justicia, antes secretario judicial, Rafael Castro, mostró sus discrepancias por la exigencia de los fiscales de leer hasta las preguntas sin respuesta. «No estoy dando fe de nada». «Esto es perder la mañana». «No soy una máquina, yo también tengo derecho a parar, a beber un poco de agua». La sesión se interrumpió, igual que las numerosas veces que el juez pidió «un técnico» o «un informático» para poner el vídeo de Guerrero, quien, con la capacidad de resolución que le caracterizó en la Junta, expuso una solución: «Apagad una pantalla, a ver si se ve en estas dos». Los letrados estrella de Madrid delegaron en los de Sevilla. Vallejo también se marchó indispuesto. El abogado de Guerrero sufrió un problema de azúcar y se fue a la farmacia. Antonio Fernández se sometió a un examen del forense para comprobar la faringitis que alega para posponer su declaración. La vista siguió remitiendo a Evelle Younger con tintes berlanguianos: «Un abogado incompetente puede retrasar un juicio durante meses o años. Un abogado competente puede retrasarlo incluso más tiempo».