Parlamento Regional
Frenazo en el Parlamento
El Parlamento regional se ha quedado dormido sobre los pedales y la bicicleta, después de tres años de legislatura, avanza por una mera cuestión de inercia. Nadie pone en cuestión la bonhomía de los parlamentarios, como tampoco puede ponerse en entredicho, por citar un caso, la astucia de un zorro. Cosa distinta es que se dejen ver para comprobarlo. He ahí la cuestión. Uno ha tenido que conocer a diputados de todo el arco político y, a diferencia de lo que se afirma en los mentideros, suele ser gente preocupada y laboriosa. Uno de ellos, ocupante hoy de un escaño del Congreso de los Diputados, aprendía francés a sus cuarenta y largos años para entender los escritos oficiales de la Unión Europea. Otro legislador, de un partido opuesto en ideología al del anterior, llegó a inscribirse en un máster sobre gestión sanitaria cuando su formación le encomendó la portavocía en la Comisión de Salud. Son dos ejemplos de dedicación responsable y comprometida. Pero la política no es sólo eso. A los políticos ha de exigírseles la focalización de su trabajo en la cuestión fundamental de mejorar la vida de los administrados. En ello andan los ciudadanos, cada uno a su estilo, pero sobre eso debería movilizarse un Parlamento andaluz que da la impresión de haber apretado el freno, aunque quizá sea que la bici vaya con la cadena suelta. El vicepresidente de la Junta, Chiqui Jiménez Barrios, presentó el balance de la actividad legislativa del pasado año y anunció ufano la del presente: los resultados de 2017 son discretos. Y 2018, estando como se está en los últimos meses de la legislatura, anuncia pájara. El velocípedo rueda como hace el molino, al albur del tiempo, y se parará del todo cuando lo diga la presidenta. Mientras tanto, los diputados lucen bonhomía y los zorros, sus astucias.
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