Andalucía
Hámsteres
Burla burlando, nos hemos comido medio mes agitando los rescoldos de la política, que alguna lumbre han dado durante esta quincena fresquita. Los medios de comunicación, henchidos de centralismo en esta España cada vez más centrifugada, oh paradoja, han ardido con sus olas de calor septentrionales mientras aquí dudábamos entre mantener el cobertor o pasar a la colcha en noches de aire acondicionado inéditamente mudo, para las fechas en las que estamos. Arranca tarde este diario, o sea, pero no por ello parece menos alto el Everest del folio en blanco hasta el lunes 2 de septiembre, cuando la superioridad reinstaure el bendito cuadernillo. La actualidad, sin embargo, es tan terca que... Que incluso se yergue en forma de monstruos del pasado, dinosaurios que Tito Monterroso haría hibernar a nuestro lado para que la hora del despertar no fuese un microrrelato, sino un cuento de terror de Stephen King. «Cuando llegaron los cuarenta grados, varios asuntos seguían allí», escribiría un lector de periódicos, esa especie casi tan extinguida como los grandes predadores jurásicos: Spiriman condenado a una multa por degenerar en insultos sus justas protestas, las causas judiciales de los ERE y adyacentes o las desventuras del contribuyente con su radiotelevisión pública de sus entretelas, no hay quien se atreva con Canal Sur, nos retrotraen a la larga hégira socialista y, más concretamente, al tiempo en el que Susana Díaz era el horizonte único para los andaluces, quién sabe si para todos los españoles. El reto, por tanto, será ofrecerles cuarentaytantas columnas con las que olvidarse durante tres minutos de que, durante el curso, somos los hámsteres que hacemos girar sin escapatoria una rueda monótona e implacable, un molino del que sale el grano que se convierte en el pan de los otros.
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