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Jordi Savall: «Con la música no se puede mentir, habla con el corazón y al corazón»

Jordi Savall: «Con la música no se puede mentir, habla con el corazón y al corazón»
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El músico aboga por tender puentes entre oriente y occidente y compaginar la tecnología con «aquellas cosas que nos marcan» como seres humanos

Jordi Savall (Barcelona, 1941), es una de las figuras más respetadas en el panorama de la música antigua y un firme defensor de la paz, la tolerancia y el entendimiento entre todas las culturas.

–El año pasado participó en la celebración del Milenio de Granada, ¿cree que ahora somos más conscientes de lo que perdimos cuando acabó el Reino Nazarí?

–No. Nos hemos dado cuenta de lo que perdimos no sólo con la caída del Reino nazarí, sino con el resto de expulsiones que ha habido a lo largo de la historia.

–En varias ocasiones ha asegurado que «la música puede cambiar el mundo». Es el mismo fin que defendía Lennon pero con una viola de gamba, ¿no?

–Claro, con una viola de gamba, con una voz o un laúd. El mensaje es el mismo.

–¿En qué sentido cree que se puede cambiar esto que nos toca vivir?

–Lo fundamental es que con la música no se puede mentir, habla con el corazón y al corazón. Por eso, entendemos perfectamente al cristiano, al musulmán o al judío. Es el único puente que nos queda entre oriente y occidente, entre culturas que están luchando entre ellas.

–Hay historiadores que cuentan que el mito de las tres culturas viviendo en paz era eso, un mito. A nivel musical, ¿sucedió lo mismo o hubo un intercambio real?

–Sabemos que los músicos sefardíes y moriscos eran muy apreciados y que no se podía hacer una boda o una buena ceremonia sin tener el acompañamiento de músicos de estas comunidades. Es más, lo vemos en las imágenes de las cantigas de Alfonso X, donde aparecen músicos musulmanes, judíos y cristianos. Creo que ha habido momentos difíciles y complicados, de lucha o de incomprensión, pero hubo momentos en «Al Andalus» en el que todos se aceptaron. Lo que sucede es que después ha habido conflictos y guerras, pero la cultura «andalusí» marcó a España con cosas maravillosas. Desde la Alhambra hasta la mezquita de Córdoba, las iglesias de Sevilla, nuestra gastronomía, la lengua. Sólo es que no recordamos de dónde vienen, pero están aquí con nosotros.

–El pasado julio ofreció un concierto en el Palacio de Carlos V, que para muchos atenta contra la esencia de la Alhambra, pero que se ha convertido en un espacio más del recinto. Al final, la inteligencia y la mezcla son positivas...

–Es cierto que cuando se ve desde el exterior uno piensa en lo duro que es, en su desproporción, comparado con la altura y la ligereza de la Alhambra. Pero cuando se entra, esa perfección, ese cielo abierto es un mensaje de gran belleza.

–Hay gente que salió llorando de aquel espectáculo. Explíqueme cómo en la era de internet, la música antigua sigue emocionando.

–Todo lo que sucedió en Granada fue vivido en el momento, como si fuera un concierto de rock o pop, por lo que no creo que sea adecuado hablar de música antigua. La mayor parte del concierto fue improvisada por músicos marroquíes, sirios, armenios... Fue un momento de evocación viva, puesto que renacieron armonías y músicas en un espacio maravilloso.

–Asegura que vivimos en «espejismos tecnológicos». ¿Cree que el futuro del ser humano será mejor si miramos un poco a nuestro pasado?

–No podemos evadirnos de la tecnología, dependemos de ella para estar en contacto, pero no podemos olvidar que lo más importante que tenemos son aquellas cosas que nos marcan como tales. Un niño que nace necesita escuchar una canción de cuna de su madre para desarrollar su sensibilidad y sentir el amor de sus padres. Es fundamental el canto de una madre, no se puede sustituir por una grabación.

–¿Qué es eso de que un instrumento se queda sin voz?

–(Risas). Eso sucede si viaja y está en condiciones climáticas muy diferentes, trabajando mucho. Puede llegar un momento en el que la madera llegue a un colapso porque se le ha forzado demasiado.

–¿Qué música de hoy se tocará dentro de 500 años?

–La verdad es que no puedo decirle si habrá mundo dentro de 500 años.

–¿Es cierto que prefiere la emoción a la perfección?

–La perfección es un medio, la emoción un fin, nos hace mella en los corazones. Sin emoción no hay memoria.