Andalucía
Libertades varias (II)
Les dejé ayer con Escribano en la cumbre del éxito, pero como si estuviera en una prueba constante, recibe dos cornadas después de dos grandes tardes; cogidas de esas que te llevan al borde de la muerte o a una casi imposible recuperación. Nuevamente demuestra que es torero, que no tiene ningún plan «B» en su vida. Esa tenacidad lo devuelve a los ruedos y a instalarse entre las figuras. El otro invitado fue un gran aficionado que además posee un currículum avasallador. Antonio Ramírez de Arellano, catedrático de Física, licenciado en Economía, ex rector de la Universidad de Sevilla y actual consejero de Economía y Conocimiento. El moderador presentó al consejero afirmando que en los tiempos que corren hay que ser valiente para reconocer en público, más ocupando un puesto político tan importante, que es un partidario sin fisuras de la tauromaquia. «Me sorprende que se tenga que tener valor para manifestar públicamente una afición personal», contestó el consejero. De esta reflexión viene el título y las primeras líneas de ayer de este espacio. Que puedas ser insultado, incluso amenazado, por tu asistencia a una corrida, que además esto lo enmarquen muchos en la libertad de expresión de cada cual, y que sean estos mismos los que quieran quitarte la libertad de asistir a una corrida de toros no deja de ser sorprendente. Para ser muy delicado, Arellano aseguró que después de tantos años siguiendo por muchas plazas a sus toreros preferidos, lo que había aprendido del toreo es aceptar su desconocimiento del mismo. Explicó que hay pocos espectáculos en los que se escuche tanto al público. En su materia de economía dio una clase magistral sobre todos los beneficios que la fiesta aporta. Las palabras de Arellano dejaron en la sala un regusto, nuevos conocimientos sobre los toros, pero todo ello expresado con sencillez y cercanía. Qué pena que no tengamos más gente con tanta capacidad par explicar la fiesta en todos los foros posibles. Por eso Escribano concluyó que el problema es que hay incluso toreros y ganaderos que no son buenos aficionados y remató con brillantez que más que un «Mano a mano» había sufrido un tremendo revolcón por la sabiduría de Ramírez de Arellano. Magnífica noche que se remató con la salida por la puerta grande del auditorio de Cajasol.
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