Policía
Mafia española
La hoja policial, esas crónicas que en la América hispana se dice que están escritas con tinta roja, ya no sorprende cuando abre con noticia de un suceso hollywoodiense en el entorno Campo de Gibraltar-Costa del Sol. Hasta el novelista argentino Jorge Fernández Díaz, uno de los mejores autores de novela negra del momento y homónimo del ex ministro del Interior, ha situado en esa zona de Andalucía el centro de operaciones de algunos de los villanos que combate (o que finge combatir, según a qué señorito sirva) Remil, su antihéroe de cabecera. Algeciras está, por consiguiente, a cinco minutos de convertirse en la capital de un estado fallido: ayer se produjo una balacera entre los GEO y los sicarios del narco que terminó con cuatro agentes en el hospital. Fueron detenidos, entre otros, el legendario capo Sito Miñanco y familiares del no menos mítico Laureano Oubiña, miembros conspicuos de dos clanes gallegos que operan casi en la impunidad desde la década de los ochenta. E incluso antes, si se consideran sus inicios como contrabandistas de tabaco. Esta longevidad en el crimen permitiría afirmar que sufre España, con especial incidencia en algunas comarcas meridionales, un fenómeno mafioso al que sólo le faltan el nombre y algo de literatura para afianzarse en el imaginario colectivo. Con socios de la Europa Oriental en Marbella y aliados con los cárteles del eje Colombia-México en el Estrecho, el crimen organizado autóctono se permite emprenderla a tiros contra los cuerpos policiales de élite... sin que los responsables parezcan haber tomado conciencia del problema. Antes de que se den cuenta, los tendrán infiltrados en el tuétano de la Administración; si es que no lo están ya. Parece cine de acción pero puede degenerar en una película de terror.
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