Lucas Haurie
Ni una gota de cerveza, barra libe de hormonas
Los diputados quieren conservar el carné de progre que se expide en las redes sociales
En la Andalucía de 2017, donde según el informe PISA ingresan estudiantes en la universidad que no sabrían mencionar las cinco vocales en su orden canónico, los menores no tienen derecho a una instrucción capaz de extraerlos de la indigencia intelectual y de su prima hermana, la miseria material, pero sí pueden someterse a tratamientos hormonales para cambiar de sexo desde el inicio de la pubertad. Aquí somos modernos antes que personas. Así están las cosas, amable lector: según una ley aprobada por el parlamento regional, su hija Maripuri, 13 años, puede implantarse un vergajo de dimensiones equinas tipo Rocco Sifredi aunque usted se oponga, porque la custodia parental queda transferida en este punto a uno de esos doctores Mengele a los que ha puesto ricos el acaudalado lobby lgtbhijk o cuantas letras del abecedario les pete añadir. La unanimidad que ha conseguido semejante engendro obedece al afán de los diputados por conservar todos sus puntos en el carné de progre que se expide en las redes sociales, de modo que muchos aparcan la conciencia para ahorrarse un tuit incómodo. No se entiende de otra manera, o sea, que la misma administración que impide a un muchachote de 17 años y 11 meses comprar un botellín de cerveza anime a un impúber a cortarse la colita. El trastorno de la personalidad es uno de los rasgos definitorios del comportamiento paranoide y no teniendo nada que ver con la orientación sexual, sólo es abordable desde una perspectiva psiquiátrica. Igual que al tópico loco que se cree Napoleón, el Estado debe asistir al peón caminero que se cree Greta Garbo. Poner a uno al frente de un ejército para que haga la campaña de Rusia y plantarle al otro una boa de visón... me parece a mí que contribuirá más a su confusión que a su bienestar.
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