Actores
“No todo es fútbol”
Hasta hace unos años el verano no era muy buen amigo del cine. Por regla general se posponían a septiembre los grandes estrenos porque la asistencia a las salas menguaba con las escapadas de fin de semana a la playa y las vacaciones. Con la globalización, Estados Unidos exportó la costumbre de reservar grandes estrenos en torno al 4 de julio. Sí se sigue teniendo en cuenta la cita con el fútbol europeo o mundial que cada dos años inunda las pantallas de televisión y se suele evitar presentar las grandes apuestas comerciales en estos días. Claro está que siempre hay excepciones y una de ellas es «El mundo es suyo», cuyo estreno ayer coincidió en el mismo día con el de «El mundo es nuestro» hace seis años.
Aunque Alfonso Sánchez y Alberto López ya no se ponen en la piel de ese par de desastrosos canis, hay numerosos guiños a la anterior película a través de otros personajes como la reportera de televisión, encarnada por Paz Sayago, que vuelve a acaparar algunos de los momentos más divertidos. Pese a desarrollarse en contextos muy distintos, en las dos historias está muy presente la religión. Mientras que en «El mundo es nuestro» una hermandad se interponía, y de qué manera, en la resolución de un atraco, en «El mundo es suyo» es una primera comunión la que está de telón de fondo, además de la explícita referencia al mundo cofrade. Es curioso, pero esta película coincide en la cartelera con dos producciones muy interesantes en las que otra religión, la judía, tiene bastante peso. En «Disobedience» la muerte de un rabino supondrá el regreso de su hija y la ruptura del equilibrio en un matrimonio y en la propia comunidad. «El repostero de Berlín» transcurre en gran parte en una cafetería «kosher» de Jerusalén, con una compleja relación triangular que tiene lugar en dos momentos. Rodada con mucha sensibilidad, es de las mejores películas que ofrece la actual cartelera.
Las familias también tienen la opción de evadirse del fútbol y disfrutar con dos estupendas películas europeas de animación: la francesa «El malvado zorro feroz», las divertidas, y tiernas, peripecias de una serie de adorables animales; y la maravillosa adaptación del relato de Jack London, «Colmillo blanco», modélica y ejemplar en muchos aspectos.
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