Crisis en el PSOE

Odón sin educación, el muy ma... marracho

La Razón
La RazónLa Razón

Ni más ni menos que cualquier esencialista de lo suyo, Odón Elorza es un racista en sentido estricto, pues delira al imaginarse como componente de un grupo cerrado de seres humanos detentores de unas cualidades que, por aquellos inextricables misterios de la genética, les son vedadas al resto de personas. El declive imparable del socialismo español se mide en la virulencia con la que las facciones se siguen arreando y también en la miseria moral que muestran sus componentes. Que una vieja gloria del municipalismo intente hacer ruido con sus regüeldos xenófobos entra dentro de lo normal, sobre todo porque son coherentes con su histórica línea de subordinación a las tesis batasunas y, más aún, porque de su capacidad para montar escándalos dependen los honorarios en su nueva ocupación de emplumada vedette televisiva. Lo que sí deberían mirarse en el PSOE, por el contrario, es que las heridas de las primarias están a mil años luz de cerrarse: cuando Elorza vitupera a los andaluces en general, imagina la cara de Susana Díaz y cuando Pepote Rodríguez de la Borbolla sale en tromba a contestarle («ignorante», «violento», «impresentable»), exuda pus por la herida del 21 de mayo. Porque, desde luego, nadie se pone así por un rifirrafe dialéctico con Noelia Vera, diputada de Podemos por Cádiz quien, en efecto, anda tan cortita de argumentos como sobrada de ordinariez y no merece, por consiguiente, que un adversario político rompa una lanza por ella. Ocurre que el tórpido donostiarra no supo abrochar su sarcasmo, que se volvió del revés en el corto viaje entre su cerebro y su lengua para convertirse en un desafortunado insulto colectivo del que ahora quieren sacar partido los enemigos de Pedro Sánchez. Los internos, naturalmente. ¿Acaso tiene otros?