Andalucía

Ofensiva arrolladora o ballet ruso

La Razón
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El Palacio de Exposiciones y Congresos de Sevilla albergó ayer dos actos. En el viejo pabellón comenzaba una gran exhibición canina, un certamen nacional e internacional por el que iban desfilando ejemplares para mostrar su morfología y apresto. En la entrada del aparcamiento para la prensa y otras especies, un guardia de seguridad preguntaba: «¿Usted viene a lo del PP o a lo del concurso canino?», dando primera información de lo variada que se presentaría la mañana. En el nuevo gran hangar se desperezaba el partido con mayor implantación de la comunidad, saliendo de un periodo invernal de gigante de cuento de Andersen. Es llegar a ese microclima congresual y sentir como la realidad queda más lejos, atrás. Incluso las discrepancias y los sentimientos atravesados de los militantes y dirigentes se dan dentro del confort del partido. El único dato que conectaba con la realidad era el precio del bufet: 16 euros en caja y 14 por adelantado en un elogio del pronto pago.

El azul-ducados, el color institucional de la formación, enmoquetaba un escenario de dieciocho por quince metros de profundidad. Allí arriba caían los aplausos incluso cuando alguno reiteradamente se trastabillaba. «Iniciamos un momento cumbre», dijeron en el arranque del Congreso y a la espalda de los oradores todo estaba ocupado por un fondo mayúsculo con cúmulos (a la espera de los cirros y los estratos) que se movían plácidamente sobre un campo de verdes trigales. Todo este paisaje de naturaleza artificial era la proyección de cuatro cañones de 30.000 lumens de potencia. Según el responsable técnico del asunto «un sistema watchout dataton», importado de algún país escandinavo y que acompañaba una potencia de sonido arrolladora. Ésta era la electricidad de la sala porque toda la tensión personal generada por el insólito proceso de elección del candidato a las próximas elecciones andaluzas, había venido desenchufada de casa. Zoido, el presidente saliente, es un hombre conforme y al que apenas le queda un año y poco para encontrar una explicación a su gestión en Sevilla. Ni quiere más que los límites de su ciudad ni Shakespeare lo hubiera elegido para uno de sus dramas: él es feliz porque se lo ha propuesto y al margen de las circunstancias. El hasta ayer secretario general, José Luis Sanz, tan desairado por el partido y en la ruleta de unos y otros, demostró en su discurso lo que valoran las formaciones políticas. En su despedida ofreció lo que le habían dejado: el sacrificio por la causa. Se agarró a un texto como sacado de un pasaje bíblico. No habrá aquí que evitar escribir sus indecisiones y su parquedad expresiva, compensadas por su comportamiento a lo largo de toda esta atropellada carrera por el liderazgo del Partido Popular en Andalucía. Con la ambición legítima devastada, José Luis Sanz encaró la alocución sabiendo que todo consistía en superar con pundonor la desbandada de sus propios compañeros. Lo hizo. Uno de los asesores culturales de los populares nos dijo que el Congreso, como todos los congresos, parecía y volvía a parecer, un cuadro de James Enzor: colores pastel, líneas imprecisas, máscaras, la viscosidad de la condición humana y el baile de las apariencias. En este entorno, José Luis Sanz dejó claro que él era, por su comportamiento, tan honrado como el más honrado de los presentes. Su estilo, como se sabe, no va con el de los vendedores de crecepelo.

Antes de que Moreno Bonilla quedara aupado como el adversario de Susana Díaz Pacheco, que es técnicamente el traje que tendrá que lucir, la secretaria del PP, María Dolores de Cospedal, tuvo la deferencia de pasarse por el Congreso de su partido en la región más poblada de España. Como en estos espacios no pasa el tiempo, quedó obviado que la señora llegaba una hora tarde para despachar un discurso en el que pareció algo menos hierática que de costumbre. Resuelto el compromiso, se marchó y allí no quedó ninguna sensación de orfandad, sino la de la llegada de un tiempo presuntamente nuevo. Este tiempo arroja dudas, incertidumbres y la eterna promesa de una conquista electoral. Hace muchos años, en el diario francés L'ouvre escribieron el siguiente titular: «Esperábamos una ofensiva arrolladora y nos dan un ballet ruso». Una vez elegido Moreno Bonilla, la nueva dirección tendrá unos meses –es probable que el PSOE adelante elecciones entre noviembre y diciembre de 2014– para despejar la incógnita.