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Otra vez la tierra prometida
La presidenta de la Junta de Andalucía firmó ayer otro convenio con una de las principales empresas españolas. El acuerdo con Telefónica se une al que la semana pasada selló con el Banco Santander. Dos buenas alianzas que, aunque han escocido en IU, señalan el camino por el que debe ir la acción política del Ejecutivo autonómico: abrir las puertas a la inversión privada, confiar en socios solventes que impulsen la economía regional y dotar de seguridad jurídica a las empresas que confíen en la comunidad.
El problema de estas iniciativas es caer en la autocomplacencia. De nuevo ayer se escucharon en el Palacio de San Telmo frases como «Andalucía, Abierta al Futuro»; región, «referente de innovación a nivel mundial» o «del sur de Europa»; y comparaciones con Silicon Valley. Frases que recuerdan a la «California de Europa»; la «segunda modernización»; y la más reciente, «Andalucía sostenible». La realidad de la región es otra: lidera la tasa de paro en España con un porcentaje superior al 36 por ciento y la brecha con la Unión Europea se mantiene pese a la llegada de los fondos comunitarios en los últimos años.
Díaz cae en los mismos errores que sus predecesores en el cargo, anunciando la llegada de una época dorada económica que acabará con los problemas estructurales del sistema productivo andaluz y alumbrará años de bonanza y crecimiento. La presidenta andaluza no debe tomarse a la ligera sus predicciones y debe huir de las tentaciones de frivolizar con el único objetivo de acuñar su propio eslogan.
La presidenta hace bien en mostrar el camino a su socio de Gobierno pero debe confirmar con hechos que su apuesta por atraer a las principales empresas españolas no es una estrategia electoral y sí una decisión firme, aunque tenga que desmarcarse de IU. Sólo así ganará credibilidad.
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