España
Primer domingo de campaña
«Vaya dos semanas que le quedan por delante a la presidenta de la Junta de Andalucía, casi a cinco euros de gasto diario, si no quiere tirar de la alcancía»
«Vaya dos semanas que le quedan por delante a la presidenta de la Junta de Andalucía, casi a cinco euros de gasto diario, si no quiere tirar de la alcancía»
Manuel Chaves se mesa la cara, pone el gesto duro, levanta las cejas y se muerde los labios, pero mantiene el tipo y guarda silencio ante las acusaciones que le presenta el senador popular Luis Aznar. Una tras otra, pero no hay respuesta, porque cualquier cosa que diga le puede perjudicar en los tribunales, aunque reta al PP a demostrar que el PSOE-A se ha financiado ilegalmente. Eso es lo único que puede decir un ex presidente de Gobierno Andaluz, de 1990 a 2009, que se sienta en el banquillo de los acusados por un supuesto fraude millonario con dinero público, ante una comisión que trata de encontrar responsabilidades a la trama de los ERE. Ver episodios como éste en la víspera del arranque de la campaña electoral da bastante qué pensar sobre la calidad de la atmósfera política andaluza ante unos comicios esenciales para la comunidad y para el resto de España. Tampoco lo es conocer cómo comenzó a trabajar en el SAS la hija de la Consejera de Salud a los pocos días de obtener el MIR con una huelga del sector médico en puertas para exigir mejoras en la contratación. ¿Silencio?, ¿Nepotismo? Estupor.
A Alfonso no le salen las cuentas
Ni dijo nada Susana Díaz, pese a todo lo que habló, ni tampoco Chaves, pero el CIS sí y asegura, a boca llena, que los socialistas serán los más votados el próximo 2D. Según la encuesta, el Parlamento lo formarán el PSOE-A (37%), Adelante Andalucía (19%), PP-A (19%) y Ciudadanos (19%). Unos datos, ciertamente sorprendentes, que insuflan gasolina a las formaciones de izquierdas en detrimento de una «derecha polarizada», que tendría muy difícil doblegar el eje Susana-Teresa. A Alfonso Guerra, que es experto en predicciones y recuentos electorales, no le cuadra el menú presentado por Tezanos. «No lo veo», ha dicho el viejo socialista, que se las sabía todas para dar con el número de escaños a los cincuenta votos de abrirse la urna, pero ese triple empate no le cuadra. En los buenos tiempos, entonces, a su compañero le gritaban «Felipe, capullo, queremos un hijo tuyo» y ambos formaban un ser bifronte que le dio la vuelta a España en menos de diez años. Ahora Felipe y Alfonso van en direcciones opuestas y al ex presidente del Gobierno le hacen un homenaje en El Rocío, con ermita y laguna al fondo. Felipe controla su poder de seducción, conoce sus mejores armas para posar en tono desenfadado, «soft», con gafas de sol y sonrisa madura para derretir a los más crédulos y crédulas. Aunque Susana Díaz pretenda dejar claro que no tiene nada que ver con el pasado de su partido, sabe que hacerse una foto agarrada a él abre el grifo y el caño se convierte en una cascada de votos. Todo calculado, la maquinaria puesta a punto para que cuando el pegamento de los carteles aún esté fresco desde Madrid levanten el telón y aparezca un plan especial para el Campo de Gibraltar con tres juzgados, Zona Franca y 1.000 millones de presupuesto, pero el ministro Grande Marlaska niega que sean para propaganda «directa o indirectamente», aunque luego no tengan presupuestos. Ya se sacará el dinero de otro sitio, si es que hay que sacarlo. Sólo una mente sucia podría ver en los conceptos seguridad y empleo una maniobra para favorecer desde las estructuras del Estado a un determinado partido político. La misma mente tampoco se creerá que la presidenta de la Junta tenga a mediados de mes sólo 80 euros con los que pasar los próximos quince días hasta que se cobre de nuevo. Vaya dos semanas que le quedan por delante, casi a cinco euros de gasto diario si no se quiere tirar de la alcancía. De un lado a otro de Andalucía con ese presupuesto. Como a Alfonso, a ella no le salen las cuentas. Cosas de tiesos.
9.000 km/quincena
Pablo Casado se la juega y sólo tiene una carta que se llama Juanma Moreno. Si los populares no logran convencer a los andaluces de que son la única alternativa tendrán que asumir que pasarán de ser un partido en el Gobierno de la nación a convertirse en la tercera fuerza política con unas elecciones municipales a la vuelta de la esquina. La previsión es que el presidente del PP se recorra 9.000 km en esta campaña donde Pedro Sánchez tendrá un perfil bajo –¿sólo una intervención al final?– como banco de pruebas ante el futuro cara a cara nacional de las generales. En la entrevista que hoy publica LA RAZÓN, el candidato popular no deja de repetir que la cita con las urnas será un referéndum para abandonar el vagón de cola de España y de Europa, que no hay otra oportunidad, que es ahora o nunca, que sólo hay una bala en la recámara. Ante un notario, ha firmado que no pactará con Susana Díaz y ha retado a Juan Marín y Teresa Rodríguez a que hagan lo mismo. No se espera que ambos/as pasen por el despacho porque a los naranjas los tres años de pacto les han dejado mal sabor de boca –al menos eso dicen ahora– y la nueva marca de Podemos llama a acabar con el «Susanismo». Un término que no saben demasiado bien explicar ni deslindar de lo que es el socialismo, pero lo venden bajo el signo de la «Verde blanca y verde». Como con Dylan, hay que hacer un esfuerzo para reconocer que es la canción de Carlos Cano. Cuando se logra, entonces lo que cuesta trabajo entender es qué ha pasado en Andalucía desde aquel verano de 1977, de girasoles y camisa roja, abrir los ojos, salir del sueño y volver a ser lo que somos.
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