LaLiga Santander
¿Quién es ese tal Mariano?
El antepenúltimo día del mercado estival, el sevillismo penó por la cucamona que le hizo un tal Mariano Díaz, delantero que había destacado en la liga francesa y que prometió al presidente Castro que ficharía por su equipo cuando sus representantes, que son los mismos que los de Pablo Machín, ya habían acordado los términos de su regreso al Real Madrid. El entrenador soriano, brillante en el planteamiento que ayer asfixió al campeón de Europa, había despreciado durante todo el verano a Wissam Ben Yedder, otro delantero que había destacado en la liga francesa con casi un centenar de goles (frente a los 21 del celebrado Mariano) porque necesitaba a otro ariete... de las características de Mariano, que como profesional en España ha firmado seis goles, cuatro de ellos a la Cultural Leonesa. Seis goles seis, como decían los carteles taurinos de antaño, ha metido también Ben Yedder, en efecto, pero en seis días: dos en la UEFA el jueves pasado, tres el domingo al Levante y otro ayer al Real Madrid de Mariano (que comía pipas en el banquillo). Otros cuatro, como Mariano a la Cultural Leonesa, le metió hace un par de años al
Formentera, lo que lleva su cuenta total en España a algo más de cincuenta en dos temporadas y un cachito. Sí, posiblemente Mariano necesite el concurso de varias generaciones de Díaz, quién sabe si algún retoño Marianito esté por venir para continuar la saga, para acercarse a las cifras de Ben Yedder, que sólo tiene tres años más que él y que ya no sufre el desprecio de Pablo Machín, el que reclamaba sollozante el fichaje de Mariano, tal vez aguijoneado por sus representantes comunes, mientras alineaba a Muriel y su pasión por la bollería industrial por delante de Ben Yedder, el hombre que en seis días ha metido los mismos goles que Mariano en media carrera. Los entrenadores son gente rara, sí. Mariano salió un rato en la segunda parte: iba vestido de rojo, congestionado tras la primera carrera y con toda la cara de una torta de Inés Rosales. Al sevillismo, que el antepenúltimo día del mercado penaba por Mariano, le pareció estar viendo a Muriel y su pasión por la bollería industrial.
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