Andalucía
Tardó el AVE...
Se patentizó en carne mortal Pedro Sánchez en la granadina Estación de Andaluces y blasonó de ecologismo al alabar el tren “sostenible” (¿qué demonios querría decir?) del que acababa de desembarcar “porque los retrocesos que algunos defienden en ese ámbito comportan un coste dramático para la sociedad”. Apenas dicho lo cual, un bólido lo trasladó a toda hostia y soltando el humo propio de los motores de combustión hasta el aeropuerto de Santa Fe, donde abordó una aeronave Falcon del Ejército del Aire para volverse a Madrid. Unas dos horas le ocupó ese periplo altamente contaminante, unos ochenta minutos menos que si se hubiese subido el AVE de vuelta, que lo habría dejado en Atocha en 3:23 horas. Le sale caro al medio ambiente tan exiguo ahorro del presidencial tiempo, desde luego, pero esta época infausta ha preferido la elocuencia de los hechos y construye, o destruye, famas a través sólo de eslóganes. Sánchez, o sea, es ecologista (o feminista o moderno o tolerante o cualquiera de esos adjetivos con carga positiva que se regala) porque él lo dice y a despecho de todo lo que hace. Lo sustancial de la jornada, en todo caso, fue que la tercera ciudad de Andalucía se subió a la alta velocidad que reclamaba desde tiempos de Aznar, se proyectó durante el mandato de Zapatero, se ejecutó con Rajoy e inauguró este malandrín de la mano de un Juanma Moreno que figura en una foto enfocada gracias a los esfuerzos presupuestarios de tres de sus antecesores. No es eficiente darle a cada alcalde su parada de AVE porque ello contraviene la esencia de este medio, ya que lo ralentiza. Pero el ramal desde Antequera a Granada, noventa kilómetros mal contados hasta una de las capitales del turismo andaluz, era una obligación de las administraciones que ha tardado demasiado en hacerse realidad.
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