Política

Elecciones andaluzas

Un escaño para el Jackpot

«Cs será la llave en la catarata de elecciones que se viene: una formación vagoneta, capaz de enganchar por detrás y por delante»

Juan Marín, Ana Llopis e Inés Arrimadas, ayer en la rueda de prensa de José Manuel Villegas, en la sede de Cs en Sevilla / Foto: Manuel Olmedo
Juan Marín, Ana Llopis e Inés Arrimadas, ayer en la rueda de prensa de José Manuel Villegas, en la sede de Cs en Sevilla / Foto: Manuel Olmedolarazon

La aritmética es muy puñetera. Faltó sólo un escaño para que los partidos que han sostenido al gobierno autonómico hoy en funciones reeditase su mayoría absoluta, lo que habría puesto en la mano de Albert Rivera todos los comodines de la baraja: con cinco jugadores en la mesa, cuatro de ellos irreconciliables entre sí, Ciudadanos será la llave en la catarata de elecciones que se viene: es el único que puede pactar con los dos representantes del bipartidismo, viejos pero aún supervivientes en las dos primeras plazas de la lid, y exigir a ambos que renuncien al apoyo envenenado de los extremismos que crecen a sus costados. En Andalucía, tal vez pidiendo la cabeza de Susana Díaz, la jugada habría sido discutible, es decir, la habrían tenido que explicar muy bien. En clave nacional, sin embargo, habría sido un movimiento magistral: una formación vagoneta, capaz de enganchar por detrás y por delante, que pregona con el ejemplo de permitir gobernar a la lista más votada mediante la siempre salutífera estrategia de la geometría variable. De cara a las municipales de mayo, se le abrirían de par en par las puertas de muchas instituciones y se las cerraría en las narices a Vox y a Podemos, las dos caras de la misma moneda disolvente, con querencia al matonismo y antieuropea: sólo hay que ver la de veces que los pupilos de Pablo Iglesias y los ultras de Marine Le Pen coinciden en sus votaciones en la Eurocámara de Estrasburgo. La minucia de un diputado, menos que un soplo en una noche de huracán, evitó la victoria total del centrismo, esa cosa inconcreta que Fraga motejó en su día como «cínica bisagra». No obstante, el rentoy está lanzado. Se respira extremismo y Juan Marín, un moderado radical, reclama la presidencia con el apoyo de PSOE y PP. Arriesgada apuesta por la generosidad ajena.