Sevilla

Un tren en campaña

La concesión de la línea de Tren entre Osuna y Pedrera tiene el tira y afloja entre la Junta y el Ministerio de Fomento como telón de fondo

Los viajeros de la línea ferroviaria de Media Distancia entre Sevilla y Málaga tienen que hacer transbordo para recorrer Osuna y Pedrera / Foto: Manuel Olmedo
Los viajeros de la línea ferroviaria de Media Distancia entre Sevilla y Málaga tienen que hacer transbordo para recorrer Osuna y Pedrera / Foto: Manuel Olmedolarazon

La concesión de la línea de Tren entre Osuna y Pedrera tiene el tira y afloja entre la Junta y el Ministerio de Fomento como telón de fondo

Reordenación ferroviaria. Es leer este sintagma, tan sólo dos palabras, y saber que detrás de él, como poco, hay décadas de retraso, años de proyectos que se quedan en un cajón y miles de millones que una Administración reclama a otra cuando los suyos no están mandando y en el medio de las trincheras, como siempre, quienes, aún contribuyendo con sus impuestos a la saca común, pagan el pato.

Recapitulemos, no mucho, vaya a parecerme a Sophia Petrillo (los millenials se lo pierden). Hace un año, cuando las riadas asolaron gran parte de Andalucía centro, uno de los incidentes más graves fue la destrucción de la vía férrea que conectaba Sevilla y Málaga, dos provincias antagónicas condenadas a entenderse. A día de hoy, cuando ya nadie se acuerda de esas riadas, porque ha habido otras que han llenado otros pueblos en otras zonas de España de fango y de reporteros ávidos de meterse en él, todavía hay poblaciones de la Sierra Sur que no han vuelto a la normalidad.

Las riadas destrozaron el trazado original de las vías y a día de hoy, si no se dispone de vehículo propio, los viajeros de la línea ferroviaria de Media Distancia entre Sevilla y Málaga están obligados a hacer transbordo en autocar para efectuar el recorrido entre Osuna y Pedrera. Una línea que da servicio a esa Sevilla de enorme peso en la provincia como son Marchena, Osuna, Pedrera o Arahal. Hasta aquí una situación profundamente enojosa para los usuarios de este tren –por ejemplo, estudiantes que van a la antiquísima Escuela Universitaria que hay en Osuna, trabajadores de la también antiquísima industria del aceite o empleados del Hospital de la Merced– pero si no hay otra alternativa toca resignarse y esperar a que los competentes (¡ja!) trabajen a todo gas para resolver este (enésimo) problema de infraestructuras en la Andalucía de interior. Todo sea para que nuestros pueblos no engrosen la nómina de la España vaciada.

Sin embargo, como ya ha venido usted leyendo en esta cabecera, a los meses de la riada, el Ministerio de Fomento ha venido reconstruyendo unos 10 kilómetros de vía sobre un suelo cedido por la Junta de Andalucía con un proyecto que no sería provisional sino definitivo, de modo que esta variante pudiera integrarse ya en el mapa de municipios a los que llegan trenes del siglo XXI y no las carracas de antes.

Pues bien: las obras finalizaron hace ya cinco meses y tenemos unas vías relucientes pero sin uso. ¿La razón? La titularidad del suelo del tramo Osuna-Pedrera es de la Junta y para que pueda ser usado ésta debe de cederlo al Ministerio de Fomento. Pero, ay, amigo, en política nada es gratis. Dentro del plan de reordenación ferroviaria que proyecta la Junta de Moreno Bonilla, la consejera de Fomento ha propuesto que la cesión de este tramo de vía se realice a cambio de que el Estado construya el cercanías desde Santa Justa al aeropuerto de San Pablo, infraestructura a todas luces necesaria para que la capital de Andalucía tenga una conexión digna para sus viajeros. Aquí no se cede nada si no es por la vía del toma y daca.

Ya lo intuyen, las administraciones tienen cada una un color –rojos en el Gobierno central y en los Ayuntamientos afectados y azules y naranjas en la Junta– y mientras los vecinos están negros por convertirse en la moneda de cambio en una negociación que forma parte del paquete de grandes proyectos vendibles de cara al 10 de noviembre.

Esta misma semana se han reunido con la consejera del ramo, Marifrán Carazo, y su viceconsejero, el incombustible Jaime Raynaud, los alcaldes afectados –Pedrera (IU), Osuna (PSOE), Marchena (PSOE) y Arahal (IU), también desafectos, procedentes de esa Sevilla profundísima donde la izquierda comunista y la izquierda socialista barren desde antiguo, ay, esa provincia en rojo a la que la otrora lideresa se va a aferrar como un clavo ardiendo para no pegarse el batacazo en las urnas que están por llegar.

Por lo que cuentan, en la susodicha reunión no hubo avance alguno: no habrá cesión de suelo mientras el ministro Ábalos no confirme el compromiso de ADIF de poner en marcha el proyecto San Pablo-Santa Justa. Suponemos que «la intelligentsia» del PP andaluz intuye que cuando este cercanías esté en funcionamiento, el bastón de mando del Ayuntamiento de Sevilla lo ostentará un popular (y no Beltrán Pérez, por supuesto). Será entonces el momento de sacar pecho en la capital de esta maniobra que hoy, lejos de ella, condena a subirse al autobús a decenas de vecinos, los mismos que no han cambiado el color de la papeleta desde 1979.

Pretendíamos sondear el sentir del personal sobre todo esto que les cuento en nuestro paseo por Osuna, tierra tantas veces citada en El Quijote y cuna de grandes genios del humor, en círculos tabernarios e íntimos. Pero, confesamos, se nos ha ido la fuerza después de dar cuenta de unas exquisiteces ursaonenses en la Taberna Jicales, camino del Saucejo. No tiene pérdida, ya saben, en coche, aquí no llega el tren.