Caso ERE
Valiente regeneración
María José Rofa, alto cargo de sucesivos gobiernos de la Junta, manejó desde la Dirección General de Trabajo los expedientes de las ayudas fraudulentas, aquellos centenares de millones esfumados a través de la celebérrima partida presupuestaria 31L, vulgo «fondo de reptiles». Declaró ayer esta buena señora en sede judicial que «la Presidencia», encarnada tanto por Manolo como por Pepe según aclaración explícita, tenía «información puntual» del destino (espurio) de ese dinero porque el riego por aspersión de fondos a las redes clientelares del partido –esta acotación es del firmante– formaba parte de la «acción de gobierno», y a esta práctica tampoco era ajena el PSOE de Sevilla porque el ex diputado Ramón Díaz, fontanero de la formación, operaba como enlace de la consejería del ramo con la sede provincial de la calle Luis Montoto. No es infrecuente que los testigos, sobre todo cuando sus deposiciones han sido incentivadas con deferencias procesales, exageren ciertas cuestiones en beneficio propio, pero lo mollar aquí no es ya depurar exactamente las responsabilidades penales de Chaves y Griñán sino definir si la formación por ambos presidida, el otro sucedió al uno, está legitimada para abanderar la regeneración ética en España. No, desde luego, conocido su pasado en Andalucía ni tampoco a tenor de lo que sucedió en la federación valenciana de Ximo Puig, otro de los diques periféricos al poder orgánico de Pedro Sánchez. Y en vista de la complicada aritmética parlamentaria sobre la que reposan las esperanzas del secretario general para la votación de pasado mañana, cabe preguntarse: ¿Se ha vuelto este hombre definitivamente loco o enmienda a la totalidad la política del principio del siglo para acabar definitivamente con las baronías más díscolas?
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