Literatura

Andalucía

Villancico marismeño

Un yegüerizo conduce las yeguas durante el traslado desde las marismas de Doñana
Un yegüerizo conduce las yeguas durante el traslado desde las marismas de Doñanalarazon

La Navidad se vive de diferente forma según donde nos encontremos. En el recorrido que hicimos (en el anterior artículo) por Andalucía, pudimos observar las costumbres y lugares más navideños de cada ciudad. Pero, además del sitio de origen de cada uno, es el clima el que marca -también- la manera de vivir las fiestas. En la sierras, cuyas cumbres aparecen nevadas algunas mañanas del gélido invierno, el paisaje nos trae a la memoria algunos cuentos de esta época navideña. Sin embargo, en otros rincones, por la fuerza del sol y por la dureza del terreno, según el año y las lluvias caídas, puede parecer que no sea tiempo de Navidad. En las infinitas llanuras de las marismas del Guadalquivir, por donde vuelan los flamencos a la hora del lubricán, se pueden vislumbrar, por sus casas y chozas, los coros de campanilleros, que vestidos con traje de corto campero, le cantan al Niño que ha nacido por la Nochebuena. Y cantan el villancico que, al son de la gaita y el tamboril, dejara escrito el mítico Centauro: “En la Marisma no hay nieve, que el calor le puede al frío, y ha bajado el Niño Dios a nacer en el Rocío. Muge el toro en la llanura, con bravíos de alegría, y es la música que tiene para dar a luz María. Las cigüeñas se preguntan si alguna al Niño trajeron, y los patos le contestan, fue una paloma del cielo. Cruzan los lucios vaqueros con garrochas encendidas, que se miran en el agua esperando al nuevo día. Entró una estrella en la ermita, guiando a los rocieros, que tejieron una cuna de tomillo y de romero. Qué bonita está la Virgen, la vi en la Misa del Gallo. Yo viene a traerle flores galopando en mi caballo”.