Salamanca
Concha García: la plenitud de una vida
La Doctora Concepción García Álvarez, falleció en Salamanca y recibió sepultura en Zamora
Pasó haciendo el bien. Concepción García Álvarez, fue capaz de trasladar a su alrededor paz, fortaleza, alegría. A la doctora García Álvarez, la quería todo el mundo. Tenía una relación verdadera con los otros. Ternura, discreción, gozo compartido. Estas palabras resumen su vida, volcada en los demás.
Se ha muerto como vivió: con naturalidad, de un día para otro, para no molestar a nadie. Dedicó todas sus energías a los suyos y a su vocación de médico de familia. Los pueblos salmantinos, saben de su profesionalidad; de su capacidad para caldear corazones, mientras sanaba y acompañaba. La entrañable Concha, ponía pasión en todo lo que hacía, para aupar cuanto fuera menester.
Para levantar el vivir con fuerza, aunque siempre sin hacerse notar, eso si. Era de esos seres infatigables, a la hora de sumar y empujar - como si nada- en casa, en el trabajo; muy atenta a cualquier sinsabor. El mundo de la medicina es testigo de su buen hacer. De sus renuncias y alto rendimiento durante décadas.
Casada con el conocido y muy respetado doctor Javier García-Faria del Corral, los dos juntos han aupado una familia admirable, con Ana, con Carmen, su marido Norberto y la criatura que viene de camino. Lo repito: a Concha la quería todo el mundo, por su cercanía, bondad y diligencia con los que la rodeaban.
Por esa impronta afable y risueña que nos acompañará siempre. Escuchaba e intentaba comprender a cuantos a ella se acercaban. Se va después de haber contribuído con su empeño, simpatía y sencillez a que el mundo sea mejor, más grato y vividero. Concha supo estar atenta a los pequeños detalles; que es, tal vez, lo que marca la diferencia.
Superó la adversidad, cuando hizo falta, con una fuerza admirable, desde la entrega y el amor a su marido, a sus hijas, a sus amigas, a sus amigos: como cuando perdió a su adorada hija Marieta, junto a la que ahora reposa.
Concepción García Álvarez era Dama de la Real, Muy Antigua e Ilustre Cofradía de Caballeros Cubicularios de San Ildefonso y San Atilano, a la que aportó entusiasmo y desvelos de los que nunca sabremos y supo tejer lazos de amistad y cuidarlos con esmero, día tras día,
Los Cubicularios de Zamora tienen una deuda de gratitud con esta mujer inteligente, abnegada. Concha descansa ya para siempre en Dios y goza, junto a Marieta, de esa insospechada plenitud que Él guarda para los que le aman.
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