Vino
«El espíritu de la innovación ha imbuido a las empresas, y esto es algo muy bueno»
Avanzar en la investigación de los viñedos, crecer en los mercados y aprovechar más las propiedades de la uva para mejorar la calidad de vida de las personas, desafíos para el bodeguero Carlos Moro.
Avanzar en la investigación de los viñedos, crecer en los mercados y aprovechar más las propiedades de la uva para mejorar la calidad de vida de las personas, desafíos para el bodeguero Carlos Moro.
Tras haber recibido recientemente uno de los galardones que más ilusión le ha hecho en su ya fecunda trayectoria profesional: el Premio Nacional de Innovación 2016, que otorga el Ministerio de Economía y Competitividad, Carlos Moro recibe a LA RAZÓN en su despacho de la Bodega Emina, en Valbuena de Duero, en plena naturaleza, y desde donde domina una vasta extensión repleta de viñedos en una zona paisajística sin igual, en el corazón de la Ribera del Duero vallisoletana. «No es un reconocimiento más, porque sólo unos pocos hemos podido acceder a él, y menos en el terreno de la industria agrícola y alimentaria. Pero, sobre todo, es un orgullo, y no por mi, que ya hace bastante que estoy pagado en esta vida, sino por los trabajadores del Grupo que son los que hacen posible este sueño, y también por las empresas del sector, que necesitan de este tipo de reconocimientos», señala el presidente del Grupo Matarromera, optimista, «porque el espíritu de la innovación ha imbuido a las empresas del sector, y esto es muy bueno para todos». «Cuesta mucho -insiste- el agradecimiento de la gente, de la sociedad, de las administraciones o del mercado», mientras valora el trabajo que hay detrás para conseguir un producto de máxima calidad, y advierte también de la incomprensión, «cuando tienes que tirar miles y miles de botellas y productos hasta que encuentras lo que buscas, porque no te puedes permitir otra cosa que no sea lo mejor para los clientes».
Y es que este audaz e inquieto empresario vallisoletano, que siempre quiere aprender cosas nuevas, es hijo, nieto y viznieto de viticultores, por lo que lleva el mundo del vino en la sangre. Cuenta como anécdota que el primer viaje que hizo, con apenas 16 años, fue a Burdeos para empaparse de la cultura vinícola de este lugar privilegiado de Francia, donde compró una botella que no ha bebido y guarda de recuerdo. «Me fui con lo puesto, sin dinero y sin el permiso de mis padres, y viajando de noche para no pagar hotel», recuerda. Ahora, y tras conocer prácticamente todas las zonas vitivinícolas del mundo, tiene en mente viajar a Sudáfrica y Nueva Zelanda para conocer de primera mano cómo se elaboran allí los vinos y seguir enriqueciéndose .
Persona muy apegada a su tierra, es allí donde lleva a cabo una fructífera labor de Investigación, Desarrollo e Innovación a través de las distintas empresas del Grupo dedicadas a la elaboración de vinos -está presente en cinco denominaciones y muchos de ellos están considerados de los mejores del mundo-; al aceite -su Oliduero está entre los ocho mejores del planeta-; o a los productos de alta gama de la industria cosmética y nutricéutica basados en compuestos antioxidantes beneficiosos para la salud, que se obtienen a partir de la uva.
Dice también que este premio de Innovación supone una mayor responsabilidad y un acicate para trabajar con más autocrítica y humildad si cabe, para seguir aspirando a muchos más reconocimientos, pero siempre a través de la Investigación, el Desarrollo y la Innovación. Su razón de ser. No en vano, en los últimos veinte años, el Grupo Matarromera ha invertido más de 40 millones de euros en I+D+i -dedica el 30 por ciento de la facturación de sus empresas vitivinícolas a ella-, ha llevado a cabo más de 60 proyectos de investigación y desarrollado siete patentes. «La diversificación del Grupo es lo que más se ha valorado. Además, estamos en una posición de liderazgo cualitativo, que no cuantitativo, en todo lo que hacemos», señala.
De cara al futuro, asegura que están inmersos en nuevos proyectos de innovación, siempre en la búsqueda de la máxima calidad, que van a presentar a las administraciones pronto. Ideas que Carlos Moro espera que no se queden solo en buenas palabras, «porque nuestro objetivo es que estas investigaciones lleguen al mercado». Y aunque no los desvela, sí que avanza que tendrán que ver con la mejora de los viñedos y la dimensión de la bodega mediante la tecnología; con aprovechar más las propiedades de la uva para mejorar la salud y la calidad de vida de las personas; con crecer en los mercados y en dar fuerza a la marca España, pero cada uno con su firma individual. «Tenemos todavía por delante -insiste- un largo camino que recorrer, porque en este mundo no hay límites, y mientras haya salud ahí estaremos».
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