Soria
La Diócesis de Osma-Soria refuerza sus proyectos de escolarización y salud en países pobres
Una nueva nave almacena los miles de kilos de papel que recogen cada año en toda la provincia para recaudar fondos
Lo que empezó hace 25 años como un proyecto de recogida de papel de forma ocasional, en periodos especiales como la Navidad, con mentalidad de reciclar y proteger el medio ambiente, se ha convertido con el paso del tiempo en una iniciativa solidaria de envergadura y de la que se benefician cientos de miles de personas que viven en los países más pobres.
Se trata del proyecto de recogida de papel que lleva a cabo la Diócesis de Osma-Soria, que esta semana que termina ha estrenado oficialmente sus nuevas instalaciones en el Polígono Industrial «Las Casas» de Soria, con la bendición del obispo Abilio Martínez Varea. Una nave «necesaria» para evitar el elevado coste que pagaban antes de alquiler, que el Obispado ha comprado por 82.000 euros, según señala a LA RAZÓN Martín Zamora Borobio, responsable de la iniciativa, quien explica que este dinero ha salido de lo que sacan cada año de la recogida selectiva de papel.
El pasado año acumularon más de 285.000 kilos entre los distintos puntos de recolección que tienen en las parroquias de la Diócesis para los ciudadanos, en los ayuntamientos y en las empresas de la provincia, a las que acuden con un camión basculante y una furgoneta para hacerse con el material.
Casi trescientas toneladas de papel de periódico y revistas, pero también de oficina, que tiene más valor, por el que recaudaron en 2017 más de 41.000 euros -cantidad que supera el medio millón en los 25 años que lleva funcionando el proyecto-, que han servido para acometer hasta nueve programas de salud e higiene pero también de escolarización en Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Argentina, África central o en Nepal. Iniciativas que, en su conjunto, llevan a cabo los 140 misioneros de la Diócesis soriana repartidos por el mundo, muchos de ellos de avanzada edad como el que se encuentra en Nepal, José Alfaro, con 90 años a sus espaldas, y que para Martín Zamora «es una bomba».
El responsable de la nave agradece a este periódico el altruismo de los voluntarios que colaboran en este proyecto, que llegaron a ser hasta catorce, pero que ahora tan solo son apenas cuatro o cinco. «Todos son jubilados pero están acostumbrados a trabajar duro y tienen una ilusión tremenda por ayudar a los demás», señala, a la vez que anima a los sorianos a dedicar un poco de su tiempo para ayudar a los pobres, especialmente a los jóvenes, para que tomen el relevo y sigan prestando este servicio en favor de los más desfavorecidos.
Preguntado por la clave del éxito de este proyecto, Martín Zamora lo tiene claro: «la labor desinteresada de los voluntarios ante quienes me quito el sombrero, pero también y sobre todo la fidelidad de los que nos dan el papel y la confianza que les transmitimos». De hecho, destaca que cada año rinden cuentas de todo lo que recaudan, cómo lo hacen y dónde destinan el dinero, si llega o no y a qué programas. «Esto es fundamental porque aparte de que nos conocen, se fían de nosotros», apunta.
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