Los médicos de Valladolid otorgan su Medalla de Honor a Verónica Casado

Verónica Casado no solo es la mejor médico de familia del mundo, sino, además, profeta en su tierra, que en muchas ocasiones es más complicado. Y es que el Colegio de Médicos de Valladolid imponía ayer a esta profesional vallisoletana, que trabaja en el centro de salud del barrio de Parquesol, la Medalla de Honor con emblema de oro, la máxima distinción que esta institución médica puede conceder.

Verónica Casado recogía emocionada y agradecida este reconocimiento que le hacen los suyos, pero lo hacía, además, con una defensa a ultranza de la Sanidad española, en general, y de la Medicina de Familia, en particular, muy de actualidad en los últimos días. Al respecto, y en declaraciones a LA RAZÓN, la especialista reivindica la formación universitaria y especializada como la mejor forma de mejorar la asistencia sanitaria que se presta, mostrando de esta forma su rechazo a la posibilidad de que se contraten médicos sin la especialidad MIR para casos excepcionales como llegó a plantear el consejero Sáez Aguado.

Casado defiende la vitalidad de nuestro sistema sanitario, gracias especialmente a la fortaleza de la Atención Primaria y la Medicina de Familia y Comunitaria «por el conocimiento que tenemos de las personas», apunta, que llama a mantener y robustecer con más financiación y otorgando más poder de decisión a los médicos de familia. «Sin una Atención Primaria fuerte y sólida ningún sistema sanitario puede sostenerse y mantener su eficiencia», señala la médico de familia, mientras destaca la medida propuesta por el consejero ayer de ofrecer contratos de tres años a los 96 residentes que finalizan en mayo su especialidad. «Esto es lo que hay que hacer para combatir el déficit de médicos, gestionar mejor los recursos y evitar que se marchen los médicos que hemos formado», asegura.

El presidente del Colegio de Médicos de Valladolid, José Luis Almudi, por su parte, coincide en la necesidad de mejorar la financiación de la Atención Primaria, con al menos un 25 por ciento del presupuesto sanitario, pero también reclama la mejora de las condiciones de trabajo y poder disponer de más tiempo en las consultas. Para ello, defiende una reordenación de los recursos humanos, dimensionándolos en función de cada zona y la población existente, y mejorar el transporte rural. Y advierte de la «politización» de la Sanidad y de los mensajes «demagógicos y catastrofistas» que se están trasladando, «y que no se corresponden con la realidad de un sistema sanitario excelente».