Castilla y León
Prescriben controlar los antibióticos ante el repunte de las resistencias
El uso inapropiado de estos fármacos podría provocar en unos años más muertes que el cáncer
La resistencia a los antibióticos ocupa y preocupa a la Consejería de Sanidad. Se trata de un problema que va en aumento en Castilla y León y en todo el mundo; que provoca unos 25.000 fallecimientos anuales en Europa y que en 2050 provocará más muertes que el cáncer por falta de un tratamiento alternativo.
El problema es de tal calado que el Consejo de la Unión Europea, el Parlamento Europeo, la Comisión Europea y sus agencias fijaron hace seis años la hoja de ruta para afrontar esta situación. Desde entonces, la Consejería de Sanidad ha ido dando pasos que ya en 2017 se colaron entre las líneas estratégicas de la Gerencia, y en los que vuelve a insistir en este 2018.
Así figura en su Plan Anual de Gestión 2018, donde Sacyl marca a los centros, como acciones prioritarias, difundir los programas de optimización de uso de los antibióticos (PROA) en Atención Primaria y Especializada y actuar con formación e información a los profesionales.
De hecho, ha fijado que antes de que concluya este mes de marzo los equipos del programa tengan identificadas las áreas terapéuticas en las que existe mayor desconocimiento y que requieren formación con mayor urgencia, para poder intervenir con acciones concretas en el abordaje de una enfermedad infecciosa o en el uso de uno o varios antimicrobianos.
Los equipos PROA se asientan en un grupo de trabajo multidisciplinar, integrado por un profesional de Medicina Interna, un farmacólogo y un microbiólogo, que son el grupo base, junto a un preventivista, entre otros profesionales médicos.
Su misión reside en mejorar los resultados clínicos de los pacientes con infecciones; reducir efectos adversos ligados al uso de antibióticos y garantizar el coste-eficiencia. Para ello, valoran la oportunidad de un tratamiento con un antibiótico o lo cambian por otro más adecuado. Sus estrategias parten de utilizar siempre los más básicos; ajustar los tratamientos a períodos indicados cada vez más cortos, y todo basado en la epidemiología local.
Estrategia «No hacer»
De forma paralela al despliegue de los programas de optimización, la Consejería de Sanidad también incluirá algunas medidas sobre la prescripción de antibióticos en su estrategia del «No hacer», que busca, con el respaldo de las sociedades científicas, reducir determinadas prácticas que se han demostrado que son poco eficaces, aportan escaso beneficios para el paciente, consumen recursos económicos, tiempo e incluso podrían causar daños.
Se trata de actuaciones que se realizan porque en su día estaban recomendadas pero que en la actualidad la evidencia científica las considera obsoletas y que no aportan valor.
En el caso concreto de los antibióticos, estas sociedades desaconsejan, por ejemplo, suministrar antibióticos de forma rutinaria a niños con gastroenteritis; descartan el uso de antibióticos de forma sistemática en cirugía oral menor y tras una extracción dentaria sin signos de infección previa, y consideran innecesario prolongar más de 24 horas tras una intervención quirúrgica el tratamiento con antibiótico.
Informe autonómico
Dentro de esta estrategia de lucha contra las resistencias bacterianas, la Red Centinela Sanitaria de Castilla y León ha estudiado a lo largo de los dos últimos años el consumo de antibióticos en Atención Primaria, nivel en le que se prescribe el 90 por ciento de estos medicamentos.
A falta del análisis de los resultados correspondientes a 2017, los datos de 2016 arrojan que los niños de hasta cuatro años son los que representan el porcentaje más elevado de prescripción, un 66,4 por ciento, y son los que sufren más procesos clínicos en los que se dispensan estos medicamentos (2,39 por niño y año).
Sin embargo, son el grupo en el que se presentan menores sospechas de resistencias. Sólo un 1,77 por ciento de las dispensaciones tiene un cambio de principio activo y frecuentemente está asociado a enfermedades del aparato respiratorio, en un 68 por ciento de los casos. Mientras, en los adultos el grupo más sensible es el de mayores de 75.
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