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Segovia

Un vallisoletano da una visión diferente de Segovia

Un vallisoletano da una visión diferente de Segovia
Un vallisoletano da una visión diferente de Segovialarazon

Una habitación compartida por 18,5 euros la noche, en un establecimiento situado a apenas cien metros del Acueducto de Segovia. No se trata de publicidad engañosa, no. Son los precios que ofrece el hostel «Duermevela», situado en la céntrica calle de los Gascos, regido por Guillermo Arribas, un vallisoletano que dejó su ciudad, hace una década, para iniciar una carrera universitaria, y se enamoró del lugar de destino.

Su experiencia viajera por toda Europa y la complicada situación de su profesión -estudió Publicidad en Segovia- le empujaron a abrir este hostel. «Aquí se tiene la idea de albergues enfocados a la naturaleza, pero el alojamiento urbano no se concibe como tal en España, y yo pensaba que esto podía encajar en Segovia», señala. Y así ha sido. Guillermo, que se define «no como amo de casa, sino amante de casa», señala que lo mejor de este tipo de alojamientos es que «la relación con el cliente es muy cercana». De hecho, señala que «cuido a la gente que viene a mi establecimiento, porque tiene predisposición a escuchar, a preguntar. Y, en la medida de mis posibilidades, trato de asesorar correctamente».

«Quien viene aquí no son turistas, son viajeros». Y, dadas esas credenciales, Guillermo aprovecha para animarles a que afronten una visión alternativa de Segovia. «Aquí se da mucho lo de venir a primera hora, ver el Acueducto, comer cochinillo y volver a casa. Yo ofrezco otra cosa», confiesa.

«Yo apuesto por un turismo lento, con el que la gente disfrute y conozca un poco los rincones. Que no se quede en lo básico», manifiesta Guillermo, quien remarca que «Segovia no pasa de moda, mientras siga en pie el Acueducto, claro, por eso hay que ir más allá, algo posible».

Transmitir una actitud

En este contexto, expone que «más que ser un guía formal para los viajeros, trato de transmitir una actitud. No quedarse en los puntos de interés, sino adentrarse en los pequeños detalles». Así, añade, «les intento animar a que se tomen la visita con otra actitud».

Nuestro protagonista reconoce tener dos tipos de clientes fundamentalmente: el mochilero extranjero, pero también asociaciones o grupos de trabajo que alquilan la casa entera, porque ésta cuenta con espacios para poder trabajar. Esto último se da en invierno. «Durante el verano vienen más extranjeros», quienes disfrutan de una casa especialmente polivalente.

En lo que se refiere a la nacionalidad de los huéspedes, indica que un 75 por ciento del total proceden del extranjero, frente a esos uno de cada cuatro usuarios españoles. Si bien, la interacción entre ellos es posible. «Acabamos de tener alojada a una pareja de Cádiz que ha convencido a unos estadounidenses para que bajen al sur y conozcan Andalucía», pone como ejemplo Guillermo».

La gran mayoría de quienes acuden a «Duermevela» miran mucho el precio. Por eso, los espacios se comparten, lo que propicia que en el alojamiento surjan muchas amistades y a la par el precio sea más económico que en otros negocios con otro enfoque. Si bien, Guillermo incide en que «la gente que viene o busca independencia o busca conocer gente, pero no se concibe este lugar como un hotel, donde llegas para encerrarte en la habitación. Aquí cuando llegas a ella, es porque ya has decidido ir a dormir».

Pero, ¿por qué un hostel? Guillermo apunta que «trabajé, trabajé y trabajé muentras estudiaba y a partir de esa experiencia aprendí a lidiar con proveedores, con gastos y facturas».

Con respecto a los inicios del negocio, explica que de la mano de Iberaval pudo conseguir una mejor financiación.

Sobre el pago de tasas por tener el negocio, Guillermo asegura que «te puedes quejar antes, no cuando estás trabajando», y apunta que «soy de la perspectiva de que los impuestos se pongan, siempre que los servicios que costean sean los que hacen falta».