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Un verano atípico

La Razón
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El comienzo de las vacaciones escolares, la noche más corta del año de fiestas encendidas y hogueras refulgentes, evocan al verano que este año ha hecho acto de presencia con cuentagotas, pero que aún sin parecerlo por las bajas temperaturas, por fecha en el calendario nos ha llegado.

El pasado día 21 se inauguraba la estación estival, con una temperatura propia de un mes de marzo airoso y más lluvioso que un abril del refranero popular. Y esto ha hecho resentirse con sus inclementes variaciones campos y cultivos. Mientras tanto, la vida en los pueblos prosigue, con los mayores como siempre; con un ojo fijo en el firmamento y la cabeza pendiente de la cosecha.

Los pueblos, se han convertido en destino habitual de vacaciones para muchas familias a las que la crisis ha hecho cambiar la playa por las casas de siempre de sus mayores. Una alternativa más económica y más enriquecedora para muchos niños que de no acercarse al pueblo jamás verían un rebaño de ovejas o no sabrían lo que es un 'caño', del que beber agua que refresque sus juegos infantiles.

Estos días los pueblos comienzan a llenarse de vida. Ya son muchos los niños, que de vacaciones, corren y alegran la vida en los pequeños municipios de los que es fértil sementera nuestra región. Un verano que les distraerá de la rutinaria vida de las ciudades y a su vez, distraerá a los pueblos de esa soledad cada vez más lúgubre en la que se ven sumidos el resto del año.