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Anagrama recupera los cuentos completos de Grace Paley

Grace Paley
Grace Paleylarazon

Si existiese un «songbook» del cuento americano del siglo XX, los de Grace Paley ocuparían un importante capítulo, como los Cheever, O’Connor, Welty, Ford y compañía. Esta extraordinaria autora, de a penas una treintena de cuentos, capturó como nadie los sonidos de las gentes y las calles de Nueva York, con historias la mayoría de las veces subterráneas e invisibles, que ella sublimaba hasta dejarlas sobre el abismo. Llenas de humor, es como si el entomólogo pusiese el bichito infinitesimal bajo el microscopio y, al apartar la vista del aparato, allí estuviese, gigantesco como aparecía en la lente de aumento. Ese era su poder, hacer gigantesco lo infinitesimal. «Te conviertes en escritor porque necesitas convertirte en escritor, nada más. Sólo hay que escribir lo que te provocaría dejar de respirar si no lo escribieses», aseguraba esta discípula de Auden, que no publicó nada hasta los 37 años, y poco más publicó después.

Coincidiendo con el éxito de «Manual para las mujeres de la limpieza», de Lucia Berlin, la editorial Anagrama recupera, en un sólo volumen, los cuentos de Paley, en cierto sentido su coetánea. De esta forma, sus tres únicas colecciones publicadas, «Batallas de amor», de 1959; «Enormes cambios en el último momento», de 1974; y «Más tarde, el mismo día», de 1985, se juntan en un recorrido cronológico que ensalza y refuerza cada cuento como unidad. «Escribes a partir de lo que conoces, pero siempre acabas por escribir hacia lo que desconoces», aseguraba esta madre de dos hijos y activista política.

Las historias de Paley no están movidas por el argumento, sino por la situación y el sonido de los diálogos. Son cuentos de personajes. La mayoría de sus ideas venían de las tardes en el parque con sus hijos, mientras ella hablaba con las otras madres y conocía así de primera mano las interioridades de sus vidas. Si llegó a publicar fue porque el ex marido de una de estas madres era editor. «Le forzó a que leyera mis primeros tres cuentos. Le dijo, tus hijos están en su casa cada tarde, así que más te vale leerlos. Al cabo de un día me llamó y me dijo que si escribía siete más, haríamos un libro», comentaba Paley. Demos gracias a las casualidades, amén.