París

André Masson, retrato de familia

Diego Masson, en la Galería Marc Domènech, junto a un retrato y una obra de su padre
Diego Masson, en la Galería Marc Domènech, junto a un retrato y una obra de su padrelarazon

En una época en la que es habitual que lleguen noticias sobre el cierre de galerías de arte por culpa de la crisis, saber que abre sus puertas una resulta magnífico. Desde ayer Barcelona cuenta con un nuevo espacio expositivo de 400 metros cuadrados, la Galería Marc Domènech, situada en el Pasaje Mercader. Y su primera exposición no puede ser más atractiva con la presentación de medio centenar de obras del artista francés André Masson, muchas de ellas desconocidas para el gran público.

En la muestra se reúnen pintura, dibujo y escultura de diferentes etapas del artista, desde sus inicios en los años 20 con una impactante figuración hasta piezas sorprendentes de los 50 y 60, especialmente dibujos de corte erótico. Esta interesante propuesta se complementa al final de su recorrido con una selección de originales de Masson en diálogos con otros de quien fuera uno de sus más grandes amigos: Joan Miró.

Uno de los artífices de esta iniciativa es Diego Masson, quien fuera hijo del pintor y hoy uno de los defensores de ese legado artístico. Ayer estuvo en Barcelona para asistir a la inauguración de la galería y para poder ser testigo en primera persona del regreso de la obra de su padre a la capital catalana. En declaraciones a LA RAZÓN, el heredero del artista se sintió muy emocionado por lo que calificó como «una exposición muy completa y muy bien organizada. Me gusta porque no solamente se limita a enseñar parte de su trabajo sino que también se puede conocer como era su amistad con Joan Miró». Cuando se le pregunta sobre este último aspecto, Diego Masson sonríe. «Fueron muy amigos hasta el final y compartieron estudio, pero eran muy diferentes. El taller de Miró siempre estaba limpio, impecable y muy organizado. Pero era el de mi padre era un verdadero caos, al que acudían numerosos amigos con los que estaba de fiesta hasta muy tarde, bebiendo, cantando y bailando», rememoró. Ese espacio, situado en el número 45 de la calle Blomet de París, fue también punto de encuentro de autores como Michel Leiris, Georges Bataille y, sobre todo, Ernest Hemingway que «le dio lecciones de boxeo tanto a Miró como a mi padre».

Boda en Girona

Cataluña fue lugar importante en la vida de Masson. Su hijo hizo memoria porque sus padres se casaron en Girona, con Miró de testigo. Tras el enlace, el artista catalán invitó a los recién casados a trasladarse a Barcelona donde el convite se realizó en el popular restaurante «Los Caracoles».

Diego Masson suspira cuando se le pide que trace un retrato de su padre. «Era un caballero y muy buena persona, pasándose todo el día trabajando en el taller. Eso sí, cuando se iba el sol, para su labor y empezaba a beber. Se emborrachaba cada noche y mi madre, como mi hermano y yo éramos niños, nos metía en la cama para que no lo viéramos en ese estado. Sin embargo, a la mañana siguiente mi padre volvía al taller como si tal cosa, como si no pasara nada», dijo.

La vida de André Masson no fue nada fácil. El hombre que protege ahora su legado artístico y humano señaló que «mi padre tuvo que dejar el colegio a los 12 años para ponerse a trabajar en una fábrica. Pese a que aquello resultó muy duro, logró convertirse en un hombre de una enorme cultura, no solamente por sus conocimientos de pintura. Sabía de literatura, de filosofía o de música». A Diego Masson le ha quedado precisamente la imagen del artista enfrentado al lienzo y cantando. «Le gustaba improvisar piezas de Schumann, Wagner o de otros compositores alemanes porque él conocía ese idioma. La música siempre se adueñana del estudio», concluyó el hijo de André Masson.