Política
CDC quiere refundarse manteniendo el liderazgo de Mas
El ex president quiere atraer al electorado de PSC y ERC para recuperar la hegemonía del partido
Con los 60 cumplidos y el título de abuelo recién estrenado, Artur Mas se siente en plena forma. Y no sólo porque desayune diariamente kiwi, manzana y zumo de naranja, como hace saber a sus seguidores de Instagram. No se resigna a pasar a la reserva y abandonar la primera línea de la política, a pesar de los embates que ha sufrido recientemente.
Si alguien pensaba dar por finiquitado a Mas por tener que renunciar a la presidencia de la Generalitat y dar el testigo a Carles Puigdemont, es que a buen seguro no se acordaba de los tiempos del tripartit de Pasqual Maragall y José Montilla, la llamada «travesía del desierto» de Convergència, cuando tuvo que mantener unido a un partido que por primera vez no ostentaba el poder. O más recientemente en 2012, cuando logró ser investido president a pesar de su gran batacazo electoral en las elecciones al Parlament, al pasar de 62 a 50 escaños.
Un partido desgastado
Lo cierto es que Artur Mas es un corredor de fondo que no ha tirado nunca la toalla. Al despedirse de su cargo a principios de año ya avisó que no se iría muy lejos y que «dedicaría todos sus esfuerzos personales a rehacer lo que significa CDC». Una ardua tarea teniendo en cuenta los numerosos casos de corrupción que arrastra, así como la progresiva pérdida de la confianza del electorado, hastiado también de lavados de cara infructuosos.
Ayer, en el Consell Nacional del Partido en Bellaterra, anunció que pilotaría la refundación de Convergència tomando como modelo la Casa Gran del Catalanisme, el que fue su proyecto personal durante la época del Tripartit. La idea entonces era ampliar las costuras ideológicas de la formación y atraer los votos de otros sectores de la población para derribar al antaño poderoso PSC. El objetivo de Mas ahora es ensanchar la base del soberanismo con la construcción de una nueva plataforma ciudadana que «sin ser del partido, ayude a repensar y diseñar el futuro del país». Mas subrayó que su principal tarea será lograr el apoyo de más del 50 por ciento de los catalanes y que así su formación pueda tener un peso hegemónico en la construcción de una futura Cataluña independiente.
A los pesos pesados de la formación les animó a generar este movimiento, que «tiene una vocación de ocupar el centro político» y recuperar la hegemonía de CDC con dos líneas rojas, el unionismo español por un lado y, por otro, la izquierda doctrinaria y populista. Las señas de identidad serán el catalanismo independentista y el liberalismo económico. Con estas bases Mas pretende atraer a antiguos cuadros socialistas o de ERC.
Durante el Consell Nacional, también valoró su renuncia a la presidencia. Dijo que fue «un gran acierto» y que el nuevo ejecutivo «no sólo puede continuar el proyecto soberanista, sino que debe completarlo». Que Puigdemont asuma la presidencia no significa que Mas renuncie al liderazgo del partido. El ya expresidente incluso se plantea volver a presentarse a las elecciones: «Es una puerta que queda abierta», afirmó. Además, que se haya apoyado en un hombre como Puigdemont, deja entrever que la refundación del partido pasa por el municipalismo, por alcaldes que ganaron en 2011 y se han afianzado.
Con todo, puede que CDC consiga refundarse –con cambio de siglas o sin él–. Lo que es menos seguro es que pueda seguir siendo el primer partido en Cataluña, después de que el 20-D quedaran los cuartos.
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