Gastronomía
Cocina tradicional catalana a partir de un producto ecológico y de kilómetro 0
El Mercader de l'Eixample apuesta por una gastronomía slow food, basada en la estacionalidad y pensada para compartir
El Mercader de l'Eixample apuesta por una gastronomía slow food, basada en la estacionalidad y pensada para compartir.
El Mercader de l'Eixample es uno de esos restaurantes con una personalidad muy marcada, una filosofía perfectamente definida que marca las directrices de todo lo relativo a este establecimiento. «Aquí hacemos una cocina local tradicional basada en el concepto de slow food y km. 0», proclama Caludio Hoyos, uno de los socios del restaurante, quien en este sentido señala que «en El Mercader de l'Eixample se trabaja con producto de proximidad, ecológico y estacional».
Al respecto, Hoyos recuerda que el concepto slow food hace alusión a una cocina que se fundamenta en una materia prima buena, limpia y justa, es decir que «busca el producto ecológico, del campo, en detrimento del industrial, no transgénico y libre de pesticidas y demás, y comprado directamente al productor en la medida de los posible». Por lo tanto, se trata de una cocina de producto, puesto que la calidad de la materia prima es de tal calidad que tanto en su tratamiento como en la elaboración del plato prima el respetar sus características, propiedades y sabor. «El producto es tan bueno que no hay que enmascarar», asegura Hoyos.
A partir de esta base, en la cocina de El Mercader de l'Eixample se trabaja con el recetario tradicional, «el de toda la vida», para dar lugar a una carta con platos clásicos como las croquetas de pollo asado, el fricandó, el canelón o la coca de verduras. Además, ésta cuenta también con un apartado de apertivos, como las anchoas de la Escala, la ostra del Delta o los embutidos catalanes, y otro de sugerencias, las cuales se ajustan a la estacionalidad del producto y varían al menos una vez al mes. «Ahora, por ejemplo, trabajamos mucho las setas y como ejemplo de sugerencia de este mes, citar el filete de ternera con boniato y salsa de castaña», apunta el propietario para a continuación señalar que «a día de hoy la carta cuenta con 13 propuestas de temporada y una decena de platos clásicos».
Fiel a sus principios y en la línea de dar la importancia que merece al origen y trazabilidad del producto, en la carta, en la que todas las propuestas están pensadas para compartir, se hace mención al origen de esta materia prima, así como también se especifica si ésta es ecológica y de kilómetro 0. Un par de ejemplos: las croquetas de pollo asado elaboradas con pollo de la Torre de l'Erbull de Tremp, ecologico y de km.0; o el fricandó con ternera de Salt del Colom de l'Espunyola, también ecológica y de km.0.
En definitiva, el gran atractivo de este restaurante es su apuesta por una cocina tradicional y de producto, pero como señala Hoyos, el lugar es también un valor añadido. Se trata de una torre de principios del siglo XX, que conserva los suelos de baldosa originales y las puertas y ventanas de hierro, y que cuenta con espacios direnciados en los que disfrutar de la experiencia, ya sea en la barra o las mesas latas con taburete o las bajas redondas, en la terraza, en su patio o bien en la mesa que se encuentra colidante a la cocina y desde la que se puede apreciar el proceso de elaboración de los platos. Además, en la planta inferior cuenta con un reservado.
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