Barcelona

Dos años para cumplir promesas

Colau llega al ecuador de mandato con multitud de proyectos abiertos y pocos visos de poder terminarlos

La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, junto al diputado Xavier Domènech durante la presentación del nuevo partido
La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, junto al diputado Xavier Domènech durante la presentación del nuevo partidolarazon

Colau llega al ecuador de mandato con multitud de proyectos abiertos y pocos visos de poder terminarlos.

El aterrizaje de Ada Colau a la alcaldía de Barcelona supuso una bocanada de aire fresco para el Ayuntamiento. Las administraciones, como cualquier institución, tienden a encorsetarse y la llegada de gente nueva con ideas nuevas parecía, sobre el papel, saludable. Colau aterrizaba con el aura de activista pro vivienda y un buen puñado de promesas que lanzó durante la campaña electoral. Parte de esas promesas comenzaron a cobrar forma nada más llegar al cargo. Pero ese ha sido precisamente su principal problema una vez alcanzado el ecuador, el pasado miércoles, de la legislatura. Aún siguen cobrando forma.

Dos años después de llegar a la alcaldía, el gobierno de Ada Colau tiene sobre la mesa varios frentes abiertos. El turismo, con el rechazo vecinal creciente a la masificación; la vivienda, con la escalada de precios del alquiler; la movilidad, con la conexión del tranvía, la superisla y el conflicto laboral en el metro; el espacio público, con el conflicto de terrazas y el «top manta»; y la municipalización de servicios, con la nueva funeraria atascada, la eléctrica en el tintero o una eventual compañía de aguas sin informes que la avalen. La segunda parte del mandato que ahora comienza será clave para darles salida, sin olvidar el impacto que la política catalana, con el referéndum como telón de fondo, tendrá en la agenda municipal.

En turismo, Colau ha conseguido apuntarse uno de sus pocos éxitos. El Plan especial de alojamientos turísticos (Peuat), es decir, la nueva moratoria, que fue aprobado con el apoyo de ERC y vetaba la creación de plazas hoteleras en las zonas más saturadas de la ciudad. Ha sido, sin embargo, recurrido por los hoteleros. Respecto a los apartamentos ilegales, Colau mantiene su particular cruzada contra Airbnb, ya ha multado varias veces a la compañía, pero esta actividad está lejos de menguar. La alcadesa ha incrementado el número de observadores con el objetivo de obtener resultados en la segunda parte del mandato. Mientras, la turismofobia se hace cada vez más palpable y la aversión al visitante ya es el segundo problema de los barceloneses, según el barómetro municipal.

En vivienda Colau se jugaba buena parte de su reputación pero tampoco hay resultados palpables. En este campo, la alcaldesa se topó de bruces con la realidad y la falta de competencias municipales. Tampoco ha encontrado el apoyo de ERC en el Parlament para regular el precio de los alquileres como han hecho París o Berlín. La alcaldesa consiguió pactar su Plan de Vivienda pero reduciendo sustancialmente su promesa electoral. De las 8.000 viviendas a 3.200 y faltará por ver cuántas promociones podrá inaugurar esta legislatura. Los alquileres, a su vez, están alcanzando cifras de récord.

En movilidad tampoco le ha ido mucho mejor. Es cierto que ha salvado la papeleta a la Generalitat adelantando el dinero necesario para llevar el metro a la Zona Franca; del tranvía por la Diagonal, sin embargo, ni rastro. Y eso que las obras debían comenzar este mismo año. Con polémica nació también la superisla que, pese a la buena recepción entre parte de los vecinos, languidece a la espera de encontrar usos estables. La plaza de las Glòries sigue empantanada de obras con el añadido de que han debido detenerlas por presuntas irregularidades lo que retrasará aún más la urbanización de la superficie.

Cambiar la ordenanza de terrazas fue una de las primeras peticiones que el pleno hizo al gobierno municipal. Han suavizado las relaciones con el sector pero siguen sin acuerdo a la espera de que este verano se llegue a algún tipo de entente. Respecto al espacio público, la relación con el «top manta» tampoco ha sido fácil. El buenismo inicial dio paso a tímidas intervenciones policiales, sin resultado aparente. En unos meses entrará en funcionamiento la cooperativa de manteros con la incógnita de si servirá como parche o solución.

Si estos dos años han sido difíciles de gestionar para Colau con apenas once concejales de 41, el resto del mandato pinta mucho peor. El partidos toman posiciones de cara a las próximas elecciones e incluso uno de sus eventuales socios, ERC, quiere disputarle abiertamente la alcaldía.